La espectacular progresión de Martín Landaluce, el diamante que pule Óscar Burrieza

DEPORTES

U. A.

El entrenador lucense analiza la progresión del madrileño, que ganó el US Open júnior con 16 años y escaló 300 puestos en los últimos 12 meses

08 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

En septiembre del 2022, el mundo del tenis abrió bien los ojos ante un chico madrileño de 16 años, campeón del US Open júnior, Martín Landaluce. Que un chaval cadete ganase un grand slam sub-18 disparaba las expectativas sobre un tenista al que su familia y su equipo de entrenadores, con el lucense Óscar Burrieza como técnico durante la mayor parte del año, habían llevado de forma modélica. Landaluce es hoy el número 151 del ránking ATP, todavía con 18 años, después de escalar 300 puestos en los 12 últimos meses —casi mil desde febrero del 2023— y ganar el Challenger de 125.000 dólares de Olbia, en Cerdeña. El entrenador gallego, ahora en el organigrama de la Rafa Nadal Academy, analiza la progresión de Landaluce, primer reserva en las Next Gen ATP Finals —un torneo de maestros sub-21— que se disputan en Yeda desde el día 18. 

Comienzos

Primera etapa en Madrid: «Sabía que asumía un proyecto muy interesante»

En pleno confinamiento por la pandemia del 2020 comenzó a diseñarse el plan de Burrieza con Landaluce. Se juntaron el final de la etapa del entrenador con el italiano Gian Marco Moroni y el impulso que la familia del madrileño quería dar a su carrera. «Martín tenía 14 años. Yo lo conocía y sabía que asumía un proyecto interesante cuando me llamó su padre y me propuso trabajar con él, aunque yo estuviese más acostumbrado a entrenar a jugadores mayores. Así que quise ver entrenamientos y vídeos suyos, cerré los últimos flecos con Albert Molina, [su mánager], y con la Federación de Tenis de Madrid (FTM), para la que volvía a trabajar después de una excedencia», detalla Burrieza. De nuevo en la FTM, compatibilizó el trabajo con Landaluce con el de los prometedores Miguel Avendaño y Alejandro Verdasco.

CONDICIONES

«La primera vez que charlamos, le hablé del paralelismo con Del Potro»

«A los 14 años, Martín ya era uno de los mejores infantiles de Europa. Era un jugador ya alto para su edad, y tenía más potencia que sus rivales. Contaba con un buen servicio, un revés a dos manos muy natural, para mucha gente su mejor golpe, y un resto adelantado con el que hacía mucho daño a rivales que no sacaban fuerte. Jugaba con velocidad de bola, profundidad, fuerza... Un gran jugador de fondo con una derecha algo más irregular por problemas normales a su edad y, con su estatura, de coordinación o ajustes de distancia. Faltaba por trabajar a fondo su juego de red, su mano. Y nos pusimos en marcha», recuerda Burrieza, que pronto empezó a buscar guiños para motivar a un chaval tan joven en un deporte tan sacrificado como el tenis. «La primera vez que charlamos, le hablé de algunos de sus paralelismos con Del Potro, por estatura, por lo que había que mejorar la derecha para terminar haciendo daño con ella... Fuimos trabajando ese mensaje en su cabeza, y el deseo de tener un gran drive se fue materializando poco a poco en los siguientes años, y una mejor comprensión del juego: ir a la red, jugar golpes cortados... Evolucionó en su control de la pelota para introducir la geometría al diseñar los puntos. Porque la movilidad era cuestión de ir puliéndola poco a poco con trabajo físico a medida que se asentase su proceso de crecimiento», detalla el entrenador gallego, de 49 años y que fue campeón del Challenger de Mánchester en 1996 y número 126 de la ATP.

CABEZA

«Era un chico tranquilo, perfeccionista, que no expresaba mucho sus emociones en pista»

«Martín era un chico tranquilo, que no expresaba demasiado sus emociones, con un punto perfeccionista. Así que no quise cambiar su identidad, sino respetarla y transmitirle mi pasión por el tenis para que al competir dejase aflorar sus emociones positivas al superar situaciones difíciles. Y ha conseguido un equilibrio estupendo con el paso del tiempo», matiza Burrieza, encantado con la ética de trabajo de su pupilo. «Desde muy pequeño sabía que era un chico responsable y educado, un aspecto que a cualquier entrenador enamora. Había recibido una muy buena educación en casa, unos valores, y era fácil de llevar, maduro e inteligente», recuerda.

TÍTULO EN NUEVA YORK

«Ganar supuso una inmensa alegría y mucha presión»

El 2022 supuso la explosión de resultados internacionales de Landaluce en categoría júnior, con solo 16 años: semifinalista en Wimbledon y campeón en el US Open. «En Nueva York jugó su último torneo júnior. Ganar supuso una inmensa alegría y también mucha presión y expectativas de golpe porque es muy poco habitual que un chico cadete sea campeón. Tuvo que escuchar comparaciones odiosas, con Nadal, con Alcaraz... Porque cada jugador lleva su ritmo y sus procesos, y hay derrotas que forman parte del proceso. Gestionar todo ese ruido fue otro reto que él solventó muy bien, porque siguió disfrutando del proceso», explica el entrenador gallego.

TRASLADO A MALLORCA

«Yo voy con Martín a un 65 % de los torneos, y paso varias semanas en Manacor»

«Tras un 2022 tan bueno, surgió la opción de que yo también me incorporase a la Academia de Rafa Nadal, a la que Martín ya pertenecía, aunque viviese en Madrid y pasase pocas semanas con otros entrenadores en Mallorca. Ahora yo dejaba la FTM, pero asumía una responsabilidad y un reto muy atractivos en la entidad que lleva el nombre de Rafa. Sientes que representas también al mejor deportista español de todos los tiempos y compartes tu tiempo con el entorno de Rafa, su tío Toni... Y ayudas a diferentes jugadores de la Academia de muy buen nivel», comenta sobre un cambio que se articuló de la manera menos traumática. El jugador mantuvo su residencia en Madrid, junto a su familia, y empezó a pasar ciclos de entrenamientos en Mallorca. «Conseguimos un buen equilibrio. Yo voy con Martín a un 60% de los torneos, y mi compañero como entrenador de Martín, Esteban Carril, al 40 %. Y yo también paso varias semanas en Manacor con él. Es una mezcla muy enriquecedora, con los integrantes del equipo en contacto permanente por videollamada y demás», razona Burrieza.

Equipo multidisciplinar

«Llevamos un método de trabajo muy enriquecedor»

Burrieza lideró los entrenamientos de Landaluce en solitario hasta finales del 2021. Ahí se incorporó Carril, con el que se reparte al 60 y 40% las semanas de torneos y las concentraciones en Mallorca. Completan el equipo la familia de Martín, su padre y extenista Alejandro, su madre Elena, también su encordadora cuando está en casa, su hermana Alejandra para ayudarle con las redes sociales, su hermano Lucas como apoyo de esparrin en algunos torneos, el preparador físico Javier Bustos, la psicóloga Elena Sosa y todo el equipo médico. Gustavo Marcaccio, segundo entrenador de Rafa Nadal, participó durante unos meses del trabajo del equipo, y ahora lo hace en Mallorca Tomeu Salvà.

«Vamos coordinándonos por videollamadas, a veces solo los entrenadores, a veces los responsables de otras parcelas y a veces todos. Todo el equipo pone su ego a un lado con el único objetivo del progreso de Martín. Llevamos un método de trabajo muy enriquecedor», concluye Burrieza.