Verstappen aprende a ganar en fórmula 1 sufriendo

David Sánchez de Castro COLPISA

DEPORTES

MOISE NIYONZIMA | EFE

El tetracampeón del mundo fue muy superior en la primera parte de la temporada, lo que le valió para poder resistir los envites finales de sus rivales

25 dic 2024 . Actualizado a las 20:50 h.

Quien se haya perdido toda la temporada de fórmula 1 y no se haya fijado más que en las primeras y las últimas carreras no se verá sorprendido. Max Verstappen se proclamó campeón del mundo con tres grandes premios de margen, sin mayor dificultad aparente. Pero nada más lejos de la realidad.

Posiblemente, y a excepción del Mundial 2021, que se jugó literalmente en la última vuelta de la última carrera, este haya sido el más duro de los cuatro campeonatos consecutivos que ha ganado el Caníbal de Hasselt. Y no porque el RB20 fuese un coche menor, que ni mucho menos lo ha sido por mucho que convenga apuntar el relato en esa dirección, sino porque por primera vez no ha estado del todo cómodo.

La temporada comenzó con una extraña polémica extradeportiva. La filtración de unas fotos íntimas de Christian Horner en las que se confirmaba una relación extramatrimonial y una infidelidad hacia su esposa, la ex Spice Girl Geri Halliwell, enturbiaron el comienzo de una campaña toda vez que las miradas iban hacia el clan Verstappen. Se inició un pequeño juego de tronos en el gran circo, con Horner por un lado, la familia de su piloto franquicia por otro y Toto Wolff, jefe de Mercedes, mirando (y, quizá, moviendo los hilos) desde su atalaya. Con la salida de Lewis Hamilton hacia Ferrari, confirmada a principios de este 2024, se inició un efecto mariposa que se llevó por delante el futuro de Carlos Sainz con la Scuderia y también hizo tambalear la estabilidad en el mismísimo Red Bull.

Así se abrió una temporada en la que Verstappen arrasó con cualquier tipo de crisis a base de victorias. Solo hay que ver su fulgurante comienzo de año, con siete triunfos en las primeras diez carreras. Nadie, o casi nadie, podía prever lo que luego pasaría, ya que desde el gran premio de España de junio hasta diciembre Verstappen solo ganaría dos carreras más. La clave estuvo, como siempre, en los pequeños detalles que no se ven en apariencia.

Paralelamente a la marcha marcial de Red Bull y Verstappen, los demás equipos pusieron la maquinaria política y técnica a funcionar. Por un lado, empezaron a apuntar a una posible irregularidad técnica que se confirmó en verano, en el gran premio de Austria, en julio, cuando de repente el RB20 ya no era tan superior. Ya se había empezado a notar cierto sufrimiento en Verstappen, pero fue ahí donde se escuchó el clic definitivo. Los responsables de la FIA, sin decirlo públicamente al menos de manera clara, confirmaron que ese RB20 tenía un mecanismo absolutamente ilegal que permitía al monoplaza frenar de manera asimétrica en las curvas. Dicho en román paladino: podían hacer que cada rueda frenara más o menos fuerte en función de las necesidades de tracción en cada circuito. Gracias a ello, un monoplaza rabioso desde su concepción se convertía en un diablo inalcanzable en todo tipo de circuitos. Sin este elemento, simplemente era un potro desbocado que a Verstappen le hacía sufrir y blasfemar y a Sergio Pérez pagarle horas extra a su terapeuta.

Ascenso de McLaren

En paralelo, el equipo McLaren obtuvo rédito de su trabajo previo. Sin hacer mucho ruido, sus pilotos se situaron poco a poco como la alternativa en la parrilla al dominio de Red Bull. Mientras Verstappen se paseaba en esa primera mitad de año, ellos se colocaban siempre detrás, con cuatro segundos puestos, una victoria (primera en su carrera deportiva) y un tercero para Lando Norris, que sería su piloto líder hasta final de temporada.

El problema es que no se esperaban estar liderando. El MCL38 creció hasta ser el monoplaza de referencia, con permiso de Mercedes, en franca reconversión para el futuro sin Hamilton, y de Ferrari, aquejada de su propia idiosincrasia, capaz de lo mejor y lo peor a lo largo de todo el año.

Andrea Stella, antiguo mano derecha de Fernando Alonso y actual jefe de equipo en McLaren, se vio en la tesitura de tomar las decisiones de una escudería que a la postre acabaría ganando el campeonato de constructores pero con serias dificultades para tomar los caminos más útiles.

Ni Norris ni Piastri han acabado el 2024 del todo satisfechos con la gestión de sus jefes, y aunque llegaron al final al alza y con todo para ser serios candidatos en el 2025, queda la sensación de que las órdenes de equipo nunca se tomaron de forma correcta. Ni siquiera supieron aprovechar la desesperación de Verstappen, que también mostró su lado más sucio y al que, vistas las decisiones de los comisarios en la recta final de año, ya no le pasarán ni una más. Para el recuerdo queda la polémica de Brasil, por citar una de las muchas en las que el neerlandés sacó su perfil malo.

En un año en el que por primera vez en la historia ha habido tres equipos con sus dos pilotos ganando más de una vez (McLaren, Mercedes y Ferrari), Verstappen ha sabido aguantar los ataques de unos y otros para, al final y en Las Vegas (para algarabía de los responsables de Liberty Media), confirmarse como uno de los únicos cinco campeones en la historia que han ganado, al menos, cuatro títulos mundiales de fórmula 1. Habrá que ver si en el 2025 es capaz de lo mismo.