Empezamos bien el partido, con mucho ritmo y con Brandon Taylor anotando y asistiendo. Fuimos poco a poco cogiendo ventajas en el marcador, pero las pérdidas y, sobre todo, el buen papel del Bilbao Basket en el rebote les permite correr y meterse en el encuentro durante toda la primera mitad del encuentro.
Pocos puntos al descanso por parte de los dos equipos, con un 33-38, guarismos demasiado escasos para un Leyma que necesita un ritmo de anotación mucho más elevado para poder contar con más opciones de hacerse con el triunfo.
Al descanso se llega con una acción emocional fortuita. Después de un tiempo muerto con 0,8 segundos en el reloj justo antes del intermedio, Ponsarnau dibuja una situación para Rubén Domínguez, que fue capaz de meter un triple a tablero que seguro le hizo creer.
El inicio del tercer cuarto mostró un Dominguez enrachado. Tanto fue así que, incluso en el cara a cara con Olle Lundqvist, anotó un triple con falta. Posiblemente el plan de partido era dejar tirar a un jugador que no era relevante, pues sus números en Liga Endesa así lo daban a entender (llevaba acumulados 22 puntos en toda la liga hasta este duelo), pero en el Coliseum le salió su partido soñado.
Al inicio del último cuarto, los nervios y el querer hacer de más aumenta nuestra ansiedad en el juego e incluso nos bloquea un poco. Incluso el cambio a caja más uno fue insuficiente para tratar de acercarnos más en el electrónico.
Nos ha superado un equipo que hacía menos tiros de tres que de dos. En este duelo fue al revés. Nos ganaron desde la ventaja del bloqueo directo que generaba tiros liberados desde el 6,75. La buena dirección de Ponsarnau, que leyó que con Hlínason el Leyma se encuentra más cómodo defendiendo y domina el juego a partir del rebote. Cuando esta Jones, su movilidad le crea muchas dificultades, sobre todo a la hora de atacar con el bloqueo directo, generando ventajas para los tiradores.