El Barcelona recordó al Madrid su peor noche liguera para levantar una Supercopa de España que resolvió en una primera parte excepcional
12 ene 2025 . Actualizado a las 23:33 h.Nunca ha habido un Madrid-Barcelona menor. El segundo clásico de la temporada reeditó aquel choque liguero de octubre en el Bernabéu. Entonces el Barça endosó cuatro goles y sembró mil dudas en un rival inferior. En Yeda, después de que Ancelotti se vanagloriase de que el rendimiento de su equipo había mejorado desde aquel sonrojo, volvió a dar una lección a su eterno rival. Quizá lo único que había ocurrido para el equipo blanco es que no había vuelto a enfrentarse a su bestia negra culé.
Los azulgranas, deseosos de quitarse la espina de esta misma final del pasado año en Riad, arrasaron a un Madrid siempre desorganizado en defensa, donde fue superado por un ataque transformado en un tsunami incontenible. El cuadro blanco, tantas veces superviviente de remontadas imposibles gracias a la calidad de sus estrellas, duró tanto en el campo en la primera parte como Mbappé con el tobillo sano, es decir, apenas un cuarto de hora. A partir de ahí, el equipo de Hansi Flick volvió a ser la horma del zapato para un horrible adversario que nunca supo ver por dónde le llovían las bofetadas.
El del Barcelona es el triunfo coral de la generación de jóvenes que gobiernan, como si de una sinfónica se tratase, su centro del campo, donde entre Casadó, Gavi y Pedri, solo este alcanza los 22 años. Pero también hubo individualidades. Lamine Yamal, de solo 17 años y recuperado de la lesión que coincidió con el peor momento de su equipo, consolidó su condición de referencia de su equipo. ¡Como si esta Supercopa se tratase de una prórroga de su espectacular irrupción en la última Eurocopa!
Y qué decir de un Raphinha que no paró de volar en todo el partido. De su trascendencia en el buen fútbol culé hablan sus 19 goles y 9 asistencias en esta campaña, incluidos los dos que endosó en Yeda a un Madrid que nunca supo cómo detenerlo. El tercer gran protagonista de la final fue Flick, al que en Barcelona no dejan de elogiar por su carácter tranquilo, pero que en la Supercopa volvió a ridiculizar el plan de Ancelotti. El alemán no ha perdido ni una sola de las finales que ha preparado: antes de esta, cinco en el Bayern.
El Barça alzó su primer título desde la Liga de Xavi hace dos años. Pero puede ser tan solo su primer trofeo en una temporada en la que apunta alto. Tiene un pie entre los ocho primeros que pasarán directamente a los octavos de la Champions; el miércoles afrontará en Montjuich los octavos de la Copa al Betis; y ha acabado la primera vuelta de la Liga a nada más que seis puntos del Atlético, después de que nada más que haya sumado 5 de los últimos 21 puntos. ¿Será la Supercopa solo el principio?