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De A Coruña a los Andes empujando el espíritu aventurero de Pedro y Mario: «Serán los primeros corredores con discapacidad en participar»

DEPORTES

De A Coruña a los Andes empujando el espíritu aventurero de Pedro y Mario
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ÁLEX LÓPEZ-BENITO

Más de quince personas del grupo Empujando Sonrisas llevarán las sillas adaptadas de ambos en El Cruce, un trail de 100 kilómetros en tres días

31 mar 2025 . Actualizado a las 11:39 h.

Sopla el viento en la playa de Riazor. El grupo de Empujando Sonrisas aparece preparado para el entrenamiento. «Qué frío... Para ir aclimatándonos a la montaña», dice el padre de Pedro, uno de los integrantes. Aunque aquí azotan las olas, en diciembre se olvidarán de ellas durante unos días y las cambiarán por la cordillera de los Andes. Porque este grupo tiene un nuevo reto. Y es mayúsculo. Participarán en El Cruce, un trail que une Argentina y Chile. Recorrerán 100 kilómetros en tres días. Lo harán empujando la sillas —y sonrisas— de Pedro y Mario, con diversidad funcional y parálisis cerebral.

Ambos, con un gran espíritu aventurero, son el motor del grupo. «Es una carrera a la que le teníamos ganas, era como un sueño. Este año la organización nos ayudó y nos puso facilidades para poder ir. Ahí fue cuando realmente dimos el paso y nos decidimos a esta aventura», explica José Luis Fernández, el padre de Mario. «Estamos más emocionados que nerviosos, con muchas ganas de empezar a entrenar. José Luis, que tenía la idea de hacer esta carrera desde hacía muchos años, nos dijo que si nos animábamos, y lo hicimos sin pensarlo. Estamos encantados. Creo que es una oportunidad que tenemos que aprovechar», añade Alberto Maceiras, padre de Pedro.

Viajarán a Argentina para disfrutar, pero también para romper barreras. Porque serán los primeros corredores con discapacidad en participar en este trail. «Siempre hubo alguien que hizo algo por primera vez. Pedro está sentado en una silla adaptada porque yo vi a alguien hacerlo en una carrera», sostiene Eva Ramil, su madre. La silla del joven de 22 años, donada por Uni Rasa para esta aventura, hará solo el viaje de ida a Sudamérica. «Se va a quedar allí, me llena de orgullo», explica. Así, otros corredores con discapacidad podrán participar en futuras ediciones, posibilitando que lo haga la mayor gente posible, como indica Maceiras. 

MARCOS MIGUEZ

No les asusta comenzar todo este periplo. «Los niños están muy ilusionados. Ya hemos hecho carreras de 8 o 9 horas y han estado en la silla a gusto. Eso es lo que nos ilusiona, saber que ellos van a estar felices», dice Fernández. Pero la logística para este grupo es diferente a la del resto: «Los corredores se suelen quedar en tiendas de campaña, pero por la patología de Pedro y Mario no es viable. Tenemos que alojarlos en un hotel. Los costes se van multiplicando... Nuestro foco es buscar a un patrocinador que nos pueda ayudar. Transportar solo una de las sillas son 600 euros», explica.

Seguirán buscando esa ayuda económica, pero el refuerzo para correr ya lo tienen asegurado. Su grupo de incondicionales. Su gente que les acompaña hasta donde sea —Argentina, Sevilla, Nueva York...— por ver sonreír a Mario y Pedro. «Intentaremos ir 15, porque esas son las manos que nos hacen falta. Son cuatro personas para irse turnando con cada carro», incide Ramil. «Nos sentimos abrumados, pero es algo a lo que nos tienen acostumbrados. Es gente que hace deporte y podría conseguir podios en las carreras y que no lo hace por acompañarnos», añade, antes de recalcar el esfuerzo que realizan al gastar sus vacaciones para viajar con ellos.

«Es como un sueño despierto»

Es el caso de Santiago Zapata y Jesús Graña. El primero de ellos lleva seis o siete años en Empujando Sonrisas, mientras que el segundo se estrenará en Argentina. «Empecé por el padre de Mario, al que conocía porque ambos pertenecemos a un club de montaña. No nos dejaban correr con las sillas y a mí eso me tocaba las narices...», relata Zapata. «Me mueve lo que es el conjunto del grupo, que es magnífico y posee unos valores que creo que deberíamos tener todo ser humano. Me hacen sentir lleno. Para mí es como un sueño despierto», añade.

MARCOS MIGUEZ

Graña tampoco se lo pensó dos veces antes de aceptar este reto: «Desde que Eva me presentó el proyecto tenía claro que quería embarcarme en esta aventura. Uno de los aspectos que me preocupaba era hacer una cosa como esta con un grupo que no tuviera una cohesión, pero al conocerlo el primer día me convencieron. Para mí es súper importante que en una carrera de montaña de tres días, donde vamos a pasar frío, dolores... siempre haya alguien que te saque una sonrisa. Y nadie mejor que ellos. Tanto Pedro como Mario son una inspiración».

Además de correr junto a ellos, Graña también se encarga de poner a punto a todos los que serán sus compañeros. Aunque todavía no les ha «metido mucha caña, todo se andará», dice entre carcajadas. «Normalmente participamos en carreras de asfalto, pero nos tocará poner las piernas duras y participar en unas de montaña», explica Fernández. Y así lo ha planteado Jesús. Ha planificado entrenamientos para dos o tres días a la semana pero, «como somos un grupo muy variopinto, cada uno hace además ejercicios específicos otro día». «Sobre todo nos enfocamos en trabajo de fuerza, que también lo mezclamos con otro de carreras cortas y cuestas. Sabemos que no va a ser una carrera continua, así que lo que vamos a hacer es ganar fuerza para portear las sillas», finaliza.

Este grupo tiene por delante meses ilusionantes en los que disfrutar con la puesta a punto para el gran día. El que se colocarán en la meta con la mejor compañía posible para seguir rompiendo obstáculos por y para Mario y Pedro. Y para los que llegan detrás.

MARCOS MIGUEZ

«La gente dice que sacamos a correr a Mario, pero siempre digo que no, que nos saca él a nosotros»

José Luis Fernández y su mujer, Paula Fernández, adoptaron a Mario Henok, «un niño maravilloso», cuando tenía cuatro meses en Etiopía. «Por eso siempre digo que el tema de correr tiene un factor genético importante, como etíope que es», explica José Luis. Comenta que, al principio, nadie está preparado para tener un niño con discapacidad: «Para nosotros fue un shock, algo que no esperábamos. Cuando tienes un niño así te cambia la vida, da un giro de 180 grados y te tienes que adaptar a la nueva situación. Pero una vez superados, vivimos momentos extraordinarios».

«Le encanta salir a correr. La gente dice que sacamos a correr a Mario, pero siempre digo que no, que nos cara él a nosotros. Se levante y ya está mirando por la ventana. Y si ve que hace buen día, está pendiente para ver si salimos a correr», relata.

«A Pedro le gusta correr, se siente uno más. Solo me queda estar detrás de él hasta donde me lleve»

Alegre y aventurero. Así describe Eva Ramil a Pedro, de 22 años. Retos como el que preparan para el próximo diciembre le encantan: «Se unen las dos cosas, viajar y estar con los amigos». «Yo no tengo nada de espíritu aventurero, pero a él le encanta cualquier cosa relacionada con correr», dice. Esta afición le llegó por sorpresa. «Estuvo en silla hasta los cuatro o cinco años, hasta que cambió a un andador. Un día en una carrera popular vi que se quería echar a correr, pero no le dejaron. Ahí empezó todo el periplo», comenta.

Para él, la ropa de Empujando Sonrisas es sinónimo de carrera —«Se viste como una bala», resume su madre—. «Siempre digo que no va a poder ejercer la profesión que le gustaría o sacarse el carné de conducir, por lo que nos gustaría llenarle de lo que más le gusta ahora que podemos. Nos vamos haciendo mayores... Vamos a seguir empujando todo lo que podamos hasta donde él quiera. Ojalá le gustase el teatro y estuviésemos hablando de irnos a Broadway, pero nos vamos a subir montañas. A Pedro le gusta correr, se siente uno más, feliz. Me queda estar detrás de él hasta donde me lleve. Si es Argentina, pues a Argentina», subraya.