Una de llorones y oportunistas

Iván Antelo REDACCIÓN

DEPORTES

Juan Herrero | EFE

17 mar 2025 . Actualizado a las 10:13 h.

Rafael Louzán anda enfangado estas últimas semanas con continuas reuniones para intentar resolver el problema arbitral del fútbol español; sin darse cuenta (o quizás sí) que lo único que quieren los clubes es que los errores les favorezcan. Les da igual el resto. Estoy seguro de que hay cosas que pueden mejorarse en el actual sistema —muchas, por cierto, dependen de estamentos internacionales y nada puede hacer la RFEF para solucionarlos—; pero todo lo que se haga será insuficiente para placar las ansias de los mediocres. Las jugadas grises, esas que con conllevan una interpretación del colegiado, existirán toda la vida y siempre habrá un perjudicado, que será el que alce la voz. Los equipos no tienen credibilidad, desde el instante que ninguno levanta la mano cuando les favorecen o incluso cuando el trencilla acierta. Conozco a pocos entrenadores que en su análisis posterior a un encuentro pongan sobre la mesa estas cartas. Tan solo mentan la bicha cuando les interesa —con honradas excepciones, que realmente nunca hablan de los árbitros, ni en las buenas ni en las malas—.

En este fango hay culpables mayores y menores. El Madrid está entre los primeros. Su presidente, con su séquito mediático, está empeñado en lanzar continuas quejas con el fin de desprestigiar la competición. Comenzó con los arbitrajes, ahora sigue con los horarios... ¿Será que menoscabar la imagen de la Liga puede ayudar a generar una corriente favorable a su anhelada Superliga?

Pero los blancos no son los únicos. El Barcelona tampoco es el mejor ejemplo. Ni el Atlético. Es evidente que hay muy mala suerte en la acción de Julián Álvarez en la Champions, con el doble toque. Y que quizás la norma es absurda. Pero decir, como dice Cerezo, que hay imágenes en las que se ve que no roza el balón, ignorando otras, es como si nos llamaran a todos idiotas. No nos engañan. Llorones y oportunistas.