Carlota Menéndez, la base todoterreno del Baxi Ferrol: «Antes de estudiar Medicina, también quise ser guardia civil y jueza»

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La jugadora, con raíces asturianas y andaluzas, revela que su clave para abstraerse de la presión de una final europea es zambullirse en sus libros y apuntes
22 mar 2025 . Actualizado a las 12:44 h.Carlota Menéndez (Madrid, 2001) es pura mezcla. De padre asturiano y madre andaluza, se marchó con su familia a Jaén con solo dos años. Desde muy pequeñita le picó el gusanillo del baloncesto, que ya nunca le ha abandonado. Además, compagina su participación en la máxima categoría del baloncesto español en las filas del Baxi Ferrol con sus estudios de Medicina.
—¿Cómo se lo monta para estudiar Medicina y estar en la cresta de la ola del baloncesto europeo?
—Básicamente, hay que organizarse. Si entrenas tres- cuatro horas al día, necesitas descansar y hay que ser súper constante y si necesitas sacrificar la vida social..., por ahí va un poco. El equilibrio.
—¿Tuvo vocación por la rama sanitaria desde pequeñita?
—Si te soy sincera, no [ríe]. Mi padre es guardia civil y siempre me llamó ese tema y luego, por unas cosas o por otras, fui cambiando y quise ser jueza y en Bachillerato ya me decanté.
—Tiene una hermana pequeña, ¿siguió su estela en esto del baloncesto?
—Que va. La pobre siempre que yo tenía entrenamiento o partidos, se tenía que venir y le ha cogido un poco de fobia. Ella practica hípica.
—¿Por qué lleva el dorsal 66?
—Yo siempre llevaba el 6 porque mi padre, que también jugó al baloncesto, lo llevaba. En Córdoba había una compañera más veterana, que también lo quería y me cogí el 66. Soy un poco supersticiosa con eso de las lesiones y como ese año me había recuperado bien...me dije: ‘vamos a seguir con el 66'.
—¿Cómo fue la llamada de Lino López este verano?
—Acababa de perder el primer partido para subir de Liga Challenge y veo que Lino me sigue en Instagram, le sigo de vuelta y a la semana me hace la oferta y obviamente no miré otra cosa.
—Tendría buenas referencias del míster...
—A todo el mundo que le había preguntado, me hablaba bien de él y lo que consiguieron en un año de ascender y meterse en la Copa del Reina y el play off... Algo tenía que estar haciendo bien y había que decir sí.
—De sus sistemas, en cambio, dicen que es difícil pillarles el truco...
—Al principio me costó bastante, sobre todo al ser base. Nosotras tenemos el mismo comienzo y tienes que saber muy bien dónde está cada una y de base, que tienes que dirigir, fue complicado. Pero, con tanto entrenamiento, se acaba pillando [ríe].
—¿Diría que la unión en el vestuario está siendo clave?
—Totalmente, con doble competición y una plantilla tan corta, si no estamos para apoyarnos las unas a las otras...no habría tutía. Hemos sido equipo en todas las versiones posibles.
—¿Cómo no les puede el cansancio con tanto tute?
—Es la ilusión lo que nos mueve a todas. Saber que estás haciendo algo histórico es una motivación constante y esa dopamina de las entradas vendidas, el jugarte todo. Es lo que nos hace tener tan arriba los niveles de energía.
—Como finalista europea, ¿qué le diría a la Carlota Menéndez de diez años?
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—Que siguiese confiando en el proceso, trabajando y, muchas veces, no auto exigirse tanto y disfrutar más del camino.
—Precisamente en disfrutarlo es en lo que más les insiste Lino López...
—Es una parte principal. Si no disfrutas haciendo tu trabajo, creo que eso afecta al rendimiento y Lino ahí da en la clave. Lo que estamos haciendo muy poca gente puede vivirlo y hay que disfrutar cada segundo.
—Camisetas con sus nombres, A Malata llena...¿cómo se gestiona este torbellino emocional?
—Siempre que acabamos un partido y vienen los niños a pedirte una foto o darte un dibujo, el otro día me dieron uno preguntando: ‘¿Qué tenemos que hacer para que te quedes el año que viene?', es especial. Me está costando mucho porque ver esa ilusión de gente que el único contacto que tiene contigo es ver un partido... esa admiración es para llorar de alegría. A mi novio le tengo la cabeza como un bombo con estas cosas [ríe].
—¿Estarán su novio y su familia el miércoles en A Malata?
—Mi padre, mi tío,mi madrina. Mi novio no porque está en Ibiza jugando al baloncesto y se le complica un poco. Ver a tu gente animando y aplaudiendo es una sensación, para mí, súper importante.
—¿Han hablado de alguna celebración en el vestuario?
—No hemos hablado nada, siempre hemos ido pasito a pasito y nos hemos metido en una final porque hemos ido cumpliendo los objetivos del día a día. Así que solo a disfrutarlo y pasarlo bien.
—¿Cómo van de nervios?
—Yo tengo un examen parcial en un mes y al llegar a casa y ponerme a estudiar desconecto de todo el ambiente de la final un poco, pero los nervios aumentan y ya el día antes de la semifinal dormí muy poco. Impone mucho. No querer defraudar a la gente y darles lo que se merecen, pero lo estamos gestionando muy bien.
«Ferrol es una ciudad que recomendaría para vivir»

A pesar de que tiene el tiempo justo, Carlota se siente muy cómoda aquí donde se acaba el mar.
—¿Qué tal ha sido su adaptación a Ferrol?
—Me he sentido súper cómoda desde el principio. Lo tienes todo a mano, las playas a quince minutos. Obviamente el sur, por el tiempo, pero al estar estudiando yo he estado muy a gusto. Es una ciudad que recomendaría para vivir.
—¿La gastronomía también la recomendaría?
—Sí, sí. Un diez. Las patatas, el pulpo, la carne. Yo además soy de buen comer y me encanta todo
—Es habitual verlas por Doniños, ¿es su sitio vitamina?
—De esos días que necesitas relajarte y estar contigo misma, la clave es irte a Doniños y llevarte un buen libro y aprovechar para ver el atardecer. Recarga las pilas.
—¿Otro punto destacado de Ferrol?
—Por el trato siempre con mi familia y todo, diría Mesón Mateo. Nos atendieron súper bien desde el principio y me quedaría con ese sitio.
—Dijo que se identificaba con Rocky Balboa, ¿por qué?

—Siempre he sido muy trabajadora y resiliente. Cuando me rompí el cruzado pensé que se acababa el mundo y no, de todo se sale. Me veo reflejada en esa película.
—¿Quién es su dupla inseparable en el vestuario?
—No puedo elegir a una. Todas nos aportamos cosas distintas y eso es lo más importante. Siempre que necesitas tomarte un café, todas están dispuestas.