
La primera parte, menos los últimos minutos, fue de monólogo del Barcelona. Fue muy superior al Real Madrid, que no despertó hasta los últimos ocho minutos. Lo fue en todas las facetas del juego. En la segunda, el Madrid presionaba y se la jugaba a un partido loco. Los culés aceptaron el reto.
Los blancos, en este tipo de partidos, suelen salir vencedores. El planteamiento de Ancelotti al inicio fue perdedor y no daba resultado. El marcador hizo que cambiasen la estrategia y se metan en el partido, llegando a ponerse por delante. El Barça, a base de juego, empata y fuerza la prórroga. En el tiempo extra influyó mucho el cansancio. Cuando llegas a ese punto con tanta tensión y estrés, el error se nota mucho más, y, cuando lo cometes, lo pagas muy caro.
Hay un trabajo del Barcelona muy consistente, siempre brilla. Cuando domina las facetas del juego, es imparable. El Madrid vio que no pudo competir contra el Barcelona así y romper el partido. Sin embargo, el trabajo de los culés es de toda la temporada, es lo que hemos visto en los últimos meses; control, dominio, tener balón, encerrar al rival en su área... Han hecho lo de siempre.
El árbitro no lo ha tenido fácil. Basta con ver la jugada final de Asencio, en la que ha sido valiente al rectificar. La presión que tenía el árbitro y lo que se jugaban los dos equipos era notable, y el colegiado ha aprobado con nota. No ha influido en absoluto en el resultado.
Al Madrid no le vale la plantilla ni el planteamiento del partido. No sé si un cambio de entrenador cambiaría algo, pero necesitan un juego más consistente, elaborado y fluido. Con lo que tienen, tendrían que hacer más. Si Ancelotti sigue, será necesario que cambie y lleguen refuerzos de nivel.
Nadie se esperaba que este Barça tan joven y con entrenador nuevo brillase tanto, y más con las expectativas que el Madrid ofrecía de cara a esta temporada. Han conseguido mucho y el futuro tiene, si cabe, mucha mejor pinta.