El jugador dezano destaca la calidad de entrenamientos y organización en el club cántabro de Plata
08 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.En ese cajón sin fondo de la cantera de balonmano en Lalín cuenta con protagonismo especial esta temporada el pivote Duarte Batán Tate, enrolado en las filas del Torrelavega de División de Honor B. Una categoría ya conocida por el jugador con el Academia Octavio, aunque le pilló todavía muy joven, a pesar de seguir siéndolo a sus 22 años. Una campaña donde ha logrado una rápida adaptación a la plantilla y al sistema de trabajo del técnico Álex Mozas, en un equipo conformado para estar en la parte alta de la clasificación y que roza -aunque con escasas opciones- el sueño de colarse en la fase final de la Copa del Rey.
Tate se mostraba ayer encantado con el discurrir de esta temporada, en una División de Plata del balonmano nacional donde «hay bastante igualdad, está todo muy ajustado y donde los equipos en casa suelen sacar adelante sus partidos pero resulta muy difícil conseguirlo cuando juegas fuera». El Torrelavega se ha hecho fuerte en su pabellón, donde solo cedieron una derrota ante el Puerto Sagunto, tercer clasificado. En el resto de encuentros puntuaron para situarse quintos en la actualidad, recién superadas las dos terceras partes de la competición.
En el aspecto personal, el jugador lalinense reconocía que «como a todos siempre gustaría tener más minutos pero no tengo queja de cómo está discurriendo esta primera temporada en Torrelavega». Reconocía que a pesar de la estructura del Lalinense en balonmano, el salto de categoría se nota en múltiples aspectos, desde las organizativas por parte del club a los propios entrenamientos y su calidad, en buena medida por el nivel de los jugadores al ser una categoría superior. «Siempre se presupone que un club que está más arriba tiene que tener mejores condiciones y en este caso sí se cumple», afirmó Tate, quien en este primer año en la entidad cántabra busca hacerse un sitio en el equipo y gozar de la confianza de Álex Mozas.
A pesar de sus 1,82 metros de estatura, Tate continúa actuando como pivote, posición a la que se readaptó ya en el Lalinense tras comenzar como lateral en este deporte. Si en su debut en liga con el Torrelavega conseguía cuatro goles ante el Atlético Novás, anotar tampoco le obsesiona. En buena medida porque el sistema de juego del equipo busca otras opciones en ataque más que balones al pivote para resolver. Eso sí, «lo que se mide es la eficacia y aprovechar los balones que te llegan», dice. En este aspecto sí está contento con sus porcentajes a pesar del alto nivel de los porteros rivales.
El pivote lalinense está contando más en tareas ofensivas. «Tengo más minutos en ataque que en defensa, en parte por el sistema que empleamos, con jugadores de más altura y envergadura para hacerlo en 6-0», explica, resaltando por ejemplo que el otro pivote mide 1,92 y tiene 2 metros de envergadura. «Pero los pequeños también lo hacemos bien», ironiza.
El sueño de la Copa puede agotarse el próximo miércoles, en la vuelta ante el Cuenca de Asobal. En la ida esta semana perdían 30-36 en un partido donde pelearon e incluso tuvieron ventajas. «Ellos no esperaban tener que trabajar tanto, con los dos equipos imponiendo un alto ritmo de juego», comentaba Tate. Tanto él como sus compañeros se pueden sentir ya orgullosos de haber accedido a esa cuarta ronda tras superar a rivales como el Santoña, el Alcobendas y el Teucro de Pontevedra.