El documento es obligatorio para realizar transacciones de venta o alquiler
24 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Desde el 1 de junio del 2021, se exige que los edificios cuenten con un certificado energético en el que se refleje su consumo teniendo en cuenta valores como os sistemas de ventilación, calefacción y refrigeración o agua caliente. La etiqueta, con niveles que van desde la A a la G, se exige para la realización de trámites como los de venta y alquiler. Carecer de ese certificado se considera una infracción grave y puede acarrear una multa con cuan tías que oscilan desde los 600 euros hasta los mil. Según los datos recogidos por el Instituto Enerxético de Galicia (Inega) en las comarcas de Deza y Tabeirós Terra de Montes son tan solo 3.673 los inmuebles que cuentan con certificado energético. Este es el número total de los documentos expedidos sumando los realizados con anterioridad al 2015 y los que se emitieron después de esa fecha atendiendo a las diferentes normativas. Eso supone solo el 9,3 % del parque total de viviendas que el Instituto Galego de Estadística cifra en 39.313, 24.260 de ellas en Deza y las 15.053 restantes en A Estrada, Forcarei y Cerdedo, cuyos datos continúan reflejándose por separado sin tener en cuenta la fusión con Cotobade.
Por concellos, el mayor desarrollo urbanístico de Lalín frente a A Estrada tiene su reflejo también en las cifras de viviendas con certificado energético. Son 1.438 los emitidos en Lalín, 1.152 de ellos después del 2015, y 1.009 en A Estrada con 848 después de ese año.
El número más bajo, con 18, corresponde al municipio de Dozón. Todos los certificados, en este caso, fueron emitidos después del 2015. Silleda, con 628, ocupa el tercer puesto en la lista seguido de Vila de Cruces con 272. En el resto de los municipios de la zona, las cifras se quedan muy por debajo. El Inega contabiliza 76 en Agolada, 82 en Cerdedo, 91 en Forcarei y 59 en Rodeiro.
Obtener el certificado energético es un proceso fácil pero que conlleva un gasto. El inmueble tiene que ser gestionado por un técnico certificador que tiene que analizar diferentes cuestiones que abarcan la superficie de la vivienda, el número de habitaciones, el aislamiento y el sistema de calefacción, entre otras. A partir de los datos que se recopilen se determina el consumo de energía anual que necesita el inmueble y cuál sería su nivel de emisiones. A partir de esos parámetros se obtiene una letra que determina la categoría, de una forma similar a la que llevan, por ejemplo, los electrodomésticos.
Contar con un certificado energético es obligatorio a la hora de vender o alquilar un inmueble, pero posibilita también la solicitud de subvenciones. Son ayudas encaminadas a la realización de obras que mejoren la eficiencia energética. Para acceder ellas es necesario que los trabajoso la reforma a acometer consiga subir dos peldaños en la escalera de letras de la etiqueta.
La Unión Europea pretende que en el 2050 todas las viviendas cuenten con una certificación que posea una A, lo que garantizará unas bajas emisiones en CO2 y un óptimo consumo energético. Conseguirlo no será fácil y obligará a los propietarios, en muchos casos, a realizar reformas para adecuar la vivienda y que supondrá, en cada municipio, un mayor coste en función de la antigüedad del parque de viviendas de cada uno de ellos.
El certificado energético es indispensable desde hace dos años para los inmuebles de nueva construcción y es de esperar que de forma paulatina se vaya exigiendo cada vez para más trámites hasta que se llegue a estandarizar su utilización,
«Desde hace tres meses los bancos los piden para las hipotecas»
Carlos Durán, de Arco Consultora Técnica y Proyectos de Lalín explica que «desde hace tres meses los bancos están pidiendo certificados energéticos de las viviendas para las hipotecas, algo que antes no hacían y ahora los están pidiendo para la renovación de las hipotecas, en las que cambian las condiciones» y eso hace que tengan bastante demanda de este tipo de documento.
Reconoce que para los propietarios eso conlleva un gasto que antes no tenían y que ahora les obligan a asumir. Fuera de esas peticiones que antes no se producían, señala que la petición de los certificados energéticos es continua y que se lleva manteniendo estable recibiendo varias solicitudes de este tipo al mes. Explica que «para la compra venta de vivienda usada es obligatorio y en vivienda nueva, normalmente esa certificación energética ya la lleva el propio proyecto». Eso hace que la demanda se ciña, sobre todo, a la vivienda usada tanto para alquiler como para venta.
A la hora de calificar, señala, pesan parámetros «como la antigüedad de la vivienda y el tipo de calefacción». Eso hace, apunta, que las viviendas de más de 20 años obtengan una peor calificación «pero es normal por el tipo de calefacción que tienen y por que pesa también la normativa con la que se construyeron». En vivienda usada, indica, ninguna llega a la mayor calificación «porque para llegar a ella hay que contar una caldera de biomasa y cuando se hace una rehabilitación si se llega mejorando la calefacción y los aislamientos». En vivienda usada de más de diez años lo normal «es que esté entre una C y una D».