En casa tras diez días en el sótano con ratas

Javier Benito
javier benito LALÍN / LA VOZ

DEZA

Miguel souto

Sergio Rey prefiere olvidar ese tiempo de penurias tras el incendio que le obligó a salir a la carrera de la vivienda que tiene alquilada en Piloño y que está reparando con mucho esfuerzo

10 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Un velo de tristeza empaña la mirada de Sergio Rey al recordar los diez días, con sus frías noches, que tuvo que convivir con ratas en el sótano de la casa alquila en el lugar de Alcobre, en la parroquia cruceña de Piloño, donde reside junto a su pareja. El incendio de la chimenea de la cocina, sin mantenimiento por la propietaria de una vivienda sin habitar durante años, les obligó a salir corriendo el pasado 18 de febrero. Sin otra alternativa habitacional, con la primera planta inutilizada de forma temporal por los daños causados por el fuego, vivió ese tiempo al calor de una lareira y en una improvisada cama en otro rincón de esa bodega a medio acondicionar, con paredes sin recebar o puertas por donde se colaba el aire. Hasta seis mantas empleaban en un intento en vano de entrar en calor. Dormir, poco.

Desde el primer momento Sergio quiso volver al que ya consideraba su hogar pese al poco tiempo transcurrido desde que se trasladó desde San Sebastián a ese pequeña aldea cruceña. Tampoco quería dejar en la picota a la dueña, una mujer ya de avanzada edad que reside en la costa, con la casa en precarias condiciones. Con una ayuda a modo de pensión de poco más de 700 euros al mes, mientras busca trabajo con la dificultad que entraña la minusvalía que padece del 43 % tras sufrir un infarto, su llamamiento a recibir ayuda encontró cierto eco. Quizás no tanto como esperaba, con el Concello de Vila de Cruces desentendiéndose al escudarse en la normativa por no estar empadronado.

Fueron jornadas extenuantes, con su salud delicada resintiéndose, de limpieza en las distintas estancias afectadas por el humo. Ni la lejía ni el amoníaco servían, con la excepción del baño, donde quizás por las características de los azulejos o la distancia con la cocina había menos afectación y pronto quedó listo para revista. Mientras se afanaba junto a su pareja en esas tareas comenzaba a llegar esa ayuda. Un vecino le donó una chapa para la cocina de leña, porque la anterior estaba muy dañada. Antes de colocarla le tocó limpiar a fondo los residuos acumuladas tras arder el tiro de la chimenea. Otro le donó la puerta de entrada, semicalcinada y ahora guardada en el sótano, mientras un vecino de A Bandeira le donó nevera, congelador y microondas.

Dos cristales finos y transparentes por ahora permiten cubrir esos huecos en la ventana de la cocina, donde los azulejos de una pared «estouparon pola calor» del fuego. En toda la vivienda hubo que renovar la instalación eléctrica y además poner un termo calentador nuevo, ya que no funcionó el de segunda mano que le donó un electricista local.

La donación de pintura y brochas por parte de la asociación Recycling de Lalín le permitió pintar la cocina y el resto de habitaciones afectadas. No terminó de agarrar en algunos puntos y se necesitará alguna capa más, pero ya pueden utilizar esa primera planta. Desde el colectivo O Mencer le facilitaron comida y la asistente social de Lalín el acceso a ropa en el Desván, igual que Cáritas de A Estrada. Otros donantes prefieren anonimato, remarcaba Sergio, agradecido a todos, a particulares y colectivos.

El bulo de la cuenta bancaria

Mientras recorremos el pasillo para ir atisbando el interior de las habitaciones, en esos 85 metros cuadrados de planta, Sergio quiere dejar claro que no ha recibido dinero. Asegura que ha corrido por Vila de Cruces el bulo de que hubo la apertura de una cuenta bancaria y que se habían recaudado 8.000 euros. «A min ninguén me dixo nada, que eu saiba non houbo tal cousa e dado a tempo transcorrido...», remarca. Ahora restan cosas por reparar o reponer, como un cristal en la puerta de entrada a la casa u otro de una habitación.

La paradoja de contar con seguro de impago la arrendataria pero no para la casa

Sergio Rey le da vueltas en la cabeza a la paradoja de que, en el contrato del alquiler suscrito el pasado 1 de febrero se recogía un seguro por posibles impagos de las cuotas, pero la arrendataria no contaba con ninguna póliza para la vivienda y su contenido. Incluso él ya hizo alguna consulta de cuánto podría costar, por encima de los 200 euros anuales, cantidad que en la actualidad no puede permitirse. Pero no lo descarta en un futuro.

Reconoce que en su visita de hace unos días tras el incendio, la propietaria de la casa esperaba menos daño del producido. Él no quiere dejarla en la estacada, pero insiste en que también tuvo pérdidas importantes, desde electrodomésticos al teléfono móvil de su pareja, que dejaron en la cocina en la apresurada huida del fuego. Tras el susto, mientras recuperan poco a poco el ánimo y la normalidad en sus vidas, tocará lidiar con otras cuestiones. ¿Quién pagará el nuevo termo? La dueña al parecer le pide además abonar la mitad de la nueva instalación eléctrica, una cantidad que puede suponer otra montaña a escalar con sus escasos ingresos y una pensión alimenticia que pasar a su hijo de diez años. Espera que se le vaya descontando del dinero a abonar de alquiler.

Familiares de Camanzo

Este cruceño quiso además hacer una mención especial a la que considera su familia, a sus primos de Camanzo, donde acudieron a comer y cenar durante ese tiempo con la casa inhabitable. Además, les echaron una mano en su rehabilitación. Un proceso aún por completar, con los electrodomésticos dañados tirados en el exterior sin que el Concello de Vila de Cruces haya acudido a retirarlos como le habían ofrecido.

Ahora Sergio quiere dejar atrás la impotencia vivida por unos acontecimientos que le superaron, por perder todo en apenas unos minutos, mellando su precaria salud, con tratamiento médico constante hace años. Olvidar esos días durmiendo en una cama primero contra una pared sin recebar, después junto a otra donde no se colaba al carecer de hendiduras y más próxima a esa lareira salvadora de la bodega.