El presidente de la IXP advierte de que «o modelo vai desparecendo»
10 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.La producción de castaña en Galicia es uno de los rasgos habituales de muchas comarcas, sobre todo en zonas de interior. Sin embargo, en esa tarea, asociada con la agricultura más tradicional, hay productores cuya edad media suele ser avanzada y falta un sistema de trabajo más profesionalizado, acorde con los tiempos actuales. El presidente de la IXP Castaña de Galicia, Jesús Quintá, sostiene que el trabajo de la producción debe guardar más relación con el de la fruticultura: «Hai que ver o castiñeiro como unha árbore froiteira», dijo ayer.
Ese cambio en la visión debe ser, en su opinión, parte de un proceso que contribuya a rejuvenecer el apartado de los productores y a modificar las formas de trabajar. «O sector necesita renovación», afirma Quintá, que advierte de que la producción suele estar más relacionado con modos de vida tradicionales que con la actividad de las empresas del siglo XXI. «O modelo tamén vai desaparecendo», explicó.
Uno de los aspectos que debe atenderse es el de las variedades de castaña. El ejemplo puede ser el seguido por el sector del vino, ya que, recalca Quintá, ni puede haber demasiadas variedades de castaña por el simple hecho de que la costumbre lo dicta así ni todas son semejantes en su rendimiento o posibilidades en el mercado, «Hai que traballar con aquelas que teñen un valor económico máis alto», manifiesta.
De todos modos, ya se han dado pasos en ese sentido gracias al trabajo de la IXP. La actividad consistió en una selección de variedades que sirvió para que quedasen solo dieciséis como indicadas para realizar cultivos. Variedades como la amarelante, la luguesa, la branca o la garrida figuran entre las más conocidas, pero entre unas y otras hay bastantes diferencias, ya que ni tienen el mismo tamaño, ni dan el mismo rendimiento, ni se recogen en las mismas semanas.
A pesar de esa diversidad no es raro, admite Quintá, que en un mismo souto se den castañas de diversas clases, lo cual suele presentar problemas de comercialización por esa disparidad. A todo ello hay que sumarle que la resistencia a las enfermedades también varía.
Aunque la presencia de castaños se reparte por muchas comarcas de Galicia, es precisamente esa amplia distribución la que obliga a tener en cuenta cuestiones del clima o del terreno a la hora de trabajar con estos árboles. Dicho estudio divide Galicia en cuatro zonas: la I es la más cercana a la costa cantábrica y atlántica, donde no suele haber sequía durante el verano; la zona II incluye el territorio próximo a las sierras de la dorsal gallega y gran parte de Lugo, donde las temperaturas invernales son más frías y la sequía estival se nota más; la III está en las cercanías del Sil y se caracteriza por una falta de lluvias más acusada en verano, y la IV se extiende por las sierras orientales de Lugo y de Ourense. Las zonas II y IV destacan con gran claridad en el número de soutos.
Unos cien productores
En la IXP Castaña de Galicia hay más de cien productores inscritos, una cifra que resulta escasa si se compara con la de fincas de Galicia donde el castaño está muy presente desde el punto de vista forestal y la castaña es un complemento de rentas familiares. Quintá relacionó ayer esa desproporción entre productores inscritos y dueños reales de castaños con la edad más bien avanzada de muchos propietarios, que suelen tener ingresos asegurados cada cosecha y que muestran poco interés por cambiar sus hábitos.
A ese perfil se refería Quintá para citar la necesidad de renovar el sector, afirmando además que las mejoras en los métodos de trabajo pueden generar, a corto o a medio plazo, mayor rendimiento económico. No es raro, dijo, que en Galicia el productor cobre un euro por cada kilo entregado, mientras que en otras zonas del resto de España o de Europa se le pague a tres.
Aún faltan meses para recoger la cosecha y los próximos serán decisivos para saber si el rendimiento será bueno o no. El 2023 fue malo, debido fundamentalmente a un calor inusual en las primeras semanas del otoño, lo que lleva a Quintá a expresarse con reservas sobre los resultados de este año. De todos modos, sí advierte de que la producción ha ido disminuyendo en los últimos años y de que Galicia ya importa en la actualidad castañas de otras comunidades o países.
Perspectivas de entendimiento con la Xunta
Quintá se reunió a finales del mes pasado con la conselleira de Medio Rural, María José Gómez. Fue el primer contacto desde que ella accedió a ese cargo y parece haber sido el inicio de un proceso de entendimiento. «A idea é colaborar», resaltó Quintá. Medio Rural ha dedicado este año 1,3 millones a su programa de fomento del castaño, abierto a particulares así como a entidades públicas o privadas que sean dueños o arrendatarios de terrenos.