El edificio se está deteriorando sin que surja comprador a pesar de su ubicación
22 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Distintas generaciones de lalinenses recuerdan las palomitas, las películas en pantalla gigante y los dos gallineros con que cuenta el Cine Lalín. Si la proyección Parque Jurásico en 1993, con fallo del proyector incluido, supuso su última reapertura, el fundido a negro definitivo se producía una década después con Los lunes al sol. Hablamos del 2003. Ahora se cumple ya poco más de una década desde que este inmueble de arquitectura racionalista fuese puesto en alquiler o venta por la entonces Fundación Novacaixagalicia. Pero el edificio sigue cerrado a cal y canto, avanzando en su deterioro y sin que surjan novias para su adquisición. Un olvido que también vive la colindante Casa Balado, cada vez con más achaques por el paso del tiempo.
El futuro del Cine Lalín se presenta sombrío, caído en el olvido entre los cambios vividos por la propiedad —ahora integrado en el patrimonio inmobiliario de la Fundación Galicia Obra Social, de Abanca— y el desinterés del Concello por sumar un inmueble más al ya amplio inventario con que cuenta. Máxime cuando se suma la Casa de Álvaro, en plena restauración con financiación autonómica, o el ya a pleno rendimiento edificio multiusos de la calle Manuel Rivero. Y sin olvidar que en un plazo más o menos corto de tiempo también contará con la sede de Expodeza en el polígono Lalín 2000, que la Xunta transferirá una vez que el personal de Medio Rural que está allí cuente con el nuevo edificio en construcción en el casco urbano.
Un edificio sin pretendientes, al menos que trascendiesen al margen de alguna opción hace ya tiempo, en el que destaca la relevancia de sus formas tras la reforma del edificio en los años 60 del siglo pasado por el arquitecto Emilio Quiroga, rompiendo con los diseños habituales por entonces para las salas cinematográficas. Hormigón y piedra, grandes cristaleras, daban fuerza a una fachada racionalista que figura en libros de arquitectura por su relevancia.
En un emplazamiento céntrico, frente a la Praza dos Nenos,
donde campa la hierática escultura de Laxeiro a su vera, el Cine Lalín solo cuenta con una utilidad desde hace unos años mientras su fachada se agrieta, con alguna ventana abierta: panel de anuncios. Su entrada principal se cegó para transformarse en reclamo a vecinos y visitantes con lonas gigantes recreando el cartel de la Feira do Cocido.
El hándicap del precio
¿Qué puede causar desinterés por este edificio? Sin duda obran distintos factores, aunque el principal radica en el precio de compra y la inversión a realizar para su rehabilitación integral con el fin de darle un nuevo uso, sea público o privado. En su momento salió al mercado en un momento delicado a nivel inmobiliario, tras la crisis económica. Y se fijaba un precio por aquel 2014 de medio millón de euros, que en el sector se consideró por aquel entonces ya elevado y que sigue siéndolo en las circunstancias actuales, máximo por el deterioro que presenta el inmueble. Pero hay que recordar también que desde la institución propietaria explicaban la imposibilidad de rebajar esos 505.328 euros de coste, al formar parte del patrimonio de una entidad social que solo puede vender por la tasación fijada. Al menos ese era el argumento que desde entonces, cuando periódicamente sale a la palestra la situación del cine, nadie ha rebatido.
Otro problema al que se debería enfrentar el posible nuevo propietario radica en el grano de protección con que cuenta el Cine Lalín en el Plan Xeral de Ordenación Municipal. Su fachada constructivista, principal elemento diferenciador del edificio, debería conservarse para las nuevas generaciones.
De la descartada opción a alquiler al olvido del mercado del edificio anexo, la Casa Balado
En su día se especuló con la opción de promover algún tipo de alquiler social para darle vida al Cine Lalín en espera de su venta. Incluso se habló de trasladar a ese edificio el Museo do Títere u otro fin cultural y social por parte del Concello. Pero el gobierno local del PP descartaba entonces su compra y aunque el cuatripartito barajó también esa posibilidad, tampoco la llegó a materializar.
En esa misma situación de deterioro progresivo sin que surjan compradores se encuentra la Casa Balado, adquirida en el 2008 por la entonces Caixa Galicia al igual que el cine. Su céntrica ubicación en Joaquín Loriga parece pesar menos que el alto precio que fuentes del mercado le atribuyen y la protección que tiene en el PXOM el inmueble.