El estradense se jubila esta semana tras 23 años de servicio en los que se ha ganado el cariño de media A Estrada
03 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Hay quien cree que para conserje vale cualquiera. Pero no es cierto. Al menos para ejercer en un centro de educación Infantil y Primaria hacen falta ciertas mañas que no todo el mundo tiene. Jesús Pena, que se ha pasado más de un tercio de su vida en los colegios estradenses José Antonio y Pérez Viondi, es rotundo al respecto. «Para isto hai que valer», afirma. Y enseguida cita la cualidad más importante para ser un buen conserje de colegio: «Téñenche que gustar moito os rapaces». A él no solo le gustan, sino que sabe cómo llevarlos para ganarse su confianza y su respeto.
Mientras Jesús comenta estas cuestiones, por el pasillo del Pérez Viondi salen en fila india un grupo de alumnos de cuatro años que se dirigen al aula de Psicomotricidad. Una niña se gira para saludar. «Chao, Suso», dice sonriendo. Para Jesús -al que todos llaman familiarmente Suso- es la norma. Cuando va por la calle, le llueven saludos de alumnos y de exalumnos del centro educativo que aún lo recuerdan. «Hai moitos nenos que pasaron por aquí hai vinte e tantos anos e que agora xa son pais e seguen parando a falar comigo. Iso é o bonito que ten isto», cuenta.
En el libro de anécdotas
Jesús, que cumple 65 años este domingo, cerrará el viernes la puerta del Pérez Viondi por última vez. Se llevará consigo más buenos que malos momentos y un puñado de anécdotas. Como la del primer niño marroquí escolarizado en el centro, un pequeño extremadamente ágil que obligaba a Suso a mantener los ojos bien abiertos. «Era como un gato. Saltaba o muro de pedra e subía polos canlóns coma se nada», recuerda. O como la de otro alumno al que le encantaba que Suso lo cogiese en brazos y le dejase tocar el timbre.
A fuerza de interactuar con el alumnado, Suso conoce por su nombre a medio pueblo. Aunque reconoce que, de quien más se acuerda, es «dos que eran máis trallas», con los que casi siempre conseguía conectar.
«Ás veces hai que berrar, pero tamén hai que entrar a xogar con eles, facerlle unha broma... Non se pode ser coma un toxo», cuenta el conserje. Así es como Suso se ha ganado el aprecio de varias generaciones. «Amáñanslles un xoguete ou faslle unha broma e téñeno moi en conta, sobre todo estes pequenos. Hai que darlles confianza, aínda que algún colle de máis», cuenta Suso riendo.
Pero el de conserje no ha sido el único oficio de Jesús Pena. Antes tuvo otros seis que, por cosas de la vida, acabaron conduciéndole al séptimo. El bedel, que es natural de Merza (Vila de Cruces), estudió cinco años de maestría en Santiago para convertirse en industrial mecánico. Su primer trabajo fue como delineante en la empresa compostelana Monsa, una oficina de estudios y proyectos de la que salió el diseño de la desaparecida fuente multicolor que hace años presidía la Praza do Concello de A Estrada. «Pero iso é outra historia», zanja el ex delineante.
Pena también fue operario de la carpintería de aluminio Gran Vía (O Milladoiro) y responsable de asuntos de personal en la oficina de Renault en A Estrada.
En el búnker de Citroën
En la fábrica de Citroën de Vigo ejerció ocho años en los que encadenó varios ascensos y pasó una de las mejores etapas laborales de su vida. «Aí traballaba do meu. E era don Jesús», recuerda. «Empecei gañando daquela 25.000 pesetas. Comía alí por 100 pesetas ao mes e tiña servizo de autobús por 115 pesetas ao mes», cuenta. «Despois de traballar dábanme clases de francés, porque tiña que viaxar a Francia para ver as evolucións dos coches e implantalas despois en Vigo. Cando se lanzou o BX fun a Francia e entramos para velo nun búnker, porque todo se leva moi en secreto», recuerda Jesús. «A verdade é que estaba moi contento. Era un traballo acorde coa miña formación. Empezas a ascender e tes ese formiguiño... Levo soñado moitas veces que aínda sigo alí», confiesa.
La carrera de Jesús Pena en Citroën se vio truncada por necesidades familiares. «Eu e mais a miña muller somos fillos únicos. Eu tiña ao meu pai viúvo vivindo en Merza e miña muller a súa nai, tamén viúva, vivindo na Estrada. Decidimos virnos para A Estrada para estar máis cerca deles», explica Jesús.
Ya en el municipio estradense, fue vendedor del concesionario de Citroën y viajante de Hierros Diego hasta que, tras una sustitución de un mes del bedel del colegio José Antonio, Jesús Pena se presentó a las oposiciones para cubrir la plaza de conserje.
El mejor plan de jubilación
Han pasado 23 años -con un paréntesis en el último curso para recuperarse de dos operaciones de cadera y de varices- en los que Suso ha dejado el listón bien alto como bedel. Ahora toca descansar. Sus planes de jubilación son sencillos, como las mejores cosas de la vida. Se dedicará a cuidar la finca en la que tiene tres caballos y a disfrutar todo lo que pueda de sus cuatro nietos: Electra, Odín, Ícaro e Icía.
«Hoxe saúdanme pola rúa nenos que foron alumnos e xa teñen fillos. Iso é o bonito que ten isto»