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El estradense que fue portero de caballerizas reales en el Madrid de los Austrias

Rocío García Martínez
rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

A ESTRADA

miguel souto

Damián Porto recupera la historia de Juan Vermúdez, por el que se dieron misas en Ribeira casi 200 años

06 ene 2019 . Actualizado a las 09:06 h.

El investigador estradense Damián Porto Rico reivindica un lugar en la historia local para Juan Vermúdez de Castro. Hoy en día es un perfecto desconocido, pero en su época este vecino originario de la parroquia de Ribeira consiguió hacerse hueco en la Corte de los Austrias, como portero de las caballerizas de la reina. Damián Porto rescata su figura en un artículo publicado en el último número de la Miscelánea histórica e cultural de A Estrada, editada por el Museo do Pobo Estradense Manuel Reimóndez Portela y presentada estas Navidades.

Según las indagaciones del investigador estradense, Juan Vermúdez de Castro nació en la segunda mitad del siglo XVI y fue bautizado en la iglesia de Ribeira. Su testamento -otorgado en Madrid en octubre de 1628- recoge que nació en el lugar de Vilar (Ribeira), «a tres leguas de la Ciudad de Santiago, junto a la Puente de Sarandón». Era hijo de María Festa y Rodrigo de Sarandón. No se sabe en qué momento Juan Sarandón Festa pasó a convertirse en Juan Vermúdez de Castro, pero se presupone que tomó prestados los nuevos apellidos de una rama familiar colateral para abrirse paso hacia la Corte. Los nuevos era «máis eufónicos e aparentes», destaca el historiador Damián Porto, que constata que «no Antigo Réxime ser era parecer e, polo tanto, parecer, viña a ser, ser».

Tampoco está claro cómo Juan Vermúdez -un estradense sin casa grande, sin escudo, patrimonio ni buen nombre- consiguió llegar a la Corte, pero hay pruebas documentales de que creció profesionalmente al abrigo de la monarquía en el Madrid barroco del Siglo de Oro.

Este vecino de Ribeira fue el portero de las caballerizas de la reina, un puesto que, sin ser de alto rango, trascendía la mera relación laboral y suponía vínculos casi de familia. Vivió la época de introducción de los coches de caballos en las Cortes europeas y también el desarrollo de los espectáculos taurinos ecuestres.

Se presume que la función del estradense fue la de abrir y cerrar las puertas de acceso a la institución y permitir el paso de monturas, criados y carruajes según el criterio discrecional y trato de favor propios del momento.

Velázquez y Quevedo

Por sus funciones, el investigador hace notar que el estradense tuvo que dar paso a las dependencias regias a los artistas que trabajaban para la Real Casa: pintores como Velázquez o escritores de la Corte como Góngora, Lope de Vega, Tirso de Molina, Calderón, Quevedo o Ruíz de Alarcón. Todos ellos pasarían alguna vez por caballerizas y carruajes y probablemente llegasen a coincidir o incluso a relacionarse con el estradense.

¿Un salsero de la reina?

Consta además que un tal Juan Vermúdez fue «salsier» de la reina Margarita, es decir, encargado de la elaboración de las salsas y de la limpieza del servicio de plata. Sin saber si se trata del mismo personaje, se supone que el estradense estuvo al servicio de la reina Margarita primero y luego de Isabel de Borbón, la primera esposa de Felipe IV.

Se supone también que el estradense compensó algunas deudas contraídas con él con alquileres de inmuebles y que fue personaje activo en las redes de clientelismo de la época, llegando a ceder en su testamento una esclava que tenía en propiedad.

Juan Vermúdez, que murió el 17 de diciembre de 1628 en Madrid, hizo cierta fortuna y la invirtió en tratar de perpetuar su memoria mediante la fundación de una capellanía o memoria de misas que instituyó en una capilla de la antigua iglesia de Santa Mariña de Ribeira, donde sus herederos estaban obligados a ofrecer perpetuamente 71 misas rezadas al año. El viejo templo fue derribado y sustituido a mediados del siglo XVIII por el actual, pero las misas por el alma de Juan Vermúdez y la de sus parientes se sucedieron en Ribeira -con paréntesis- durante casi doscientos años, hasta el siglo XIX.