La empatía de la doctora García

Rocío García Martínez
rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

A ESTRADA

Rober Amado

Se jubila tras 29 años poniéndose en la piel de cada paciente y ejerciendo con pasión la medicina de familia

13 mar 2019 . Actualizado a las 19:42 h.

Ni sus conocimientos de medicina ni su dilatada experiencia y su buen ojo clínico han dado a María del Carmen García Iglesias tanta fama en A Estrada como su empatía.

No hay estradense que no conozca a la mítica «Doctora García». La doctora capaz de ponerse en la piel de cada paciente y de explicar una patología compleja con cuantos símiles sea necesario hasta que el interesado comprenda. Será cosa de su formación como docente, que también la tiene. María del Carmen García estudió Magisterio antes que Medicina. Su madre trabajaba en un colegio privado y ella se vio animada por las circunstancias a seguir sus pasos al acabar el Bachillerato. Sin embargo nunca llegó a ejercer más docencia que la de su consulta. «Yo siempre he tratado de conseguir que la gente salga de la consulta entendiendo lo que tiene y por qué tiene que tomar un tratamiento. Si no, a los 15 días, las pastillas están en el armario. Supongo que lo llevo en los genes», bromea.

Tras cursar Magisterio, María del Carmen García tuvo claro que no era eso lo que quería, así que se matriculó en Medicina. De entrada tenía previsto hacer la especialidad de Neurología, pero una noche de copas cambió radicalmente de parecer. «Un día fui de copas por A Coruña y conocí a un grupo de médicos de la primera promoción de la especialidad de Medicina de familia y comunitaria. Nos hablaron de su especialidad y me di cuenta de que eso era lo que yo quería hacer», recuerda. «Hasta ese momento la medicina era a demanda. Ibas al médico si te dolía la cabeza para que te diera algo, pero no se hacía prevención de la salud. Fue después cuando llegaron las historias clínicas y todo lo demás. Aquella noche aquellos médicos nos hablaron ilusionados de la medicina de familia y a mi me abrieron los ojos», cuenta la doctora.

En primera línea de fuego

Tras aprobar el MIR, el 1 de enero de 1980, María del Carmen García entró en el Juan Canalejo. En el 83, al acabar la especialidad, se creó la plaza de coordinador de Urgencias en el Juan Canalejo y la doctora la ocupó hasta el 90. «Aprendí mucho y adquirí una experiencia muy importante. Urgencias es la puerta de entrada. Ves de todo. Pero no era lo que quería», recuerda. Por eso el 1 de abril del 90 aterrizó en A Estrada dispuesta a sacarle todo el jugo posible a la medicina de familia. Y en A Estrada se quedó hasta su jubilación el pasado 30 de diciembre.

Saga de médicos y docentes

A María del Carmen García -que es de Santiago- el destino la trajo de vuelta a A Estrada, donde ejerció la medicina su tatarabuelo Serafín Pazo y de donde era originaria la familia de su padre, Antonio García Pazo. «Curiosamente, en la familia siempre hubo alguien al servicio de A Estrada en la rama de la medicina o de la docencia, porque mi bisabuela, Emilia Álvarez, y sus hijos fueron todos maestros en A Estrada», explica.

«Me marcó un médico que me dijo que no ponía silla en la consulta para agilizarla»

Cuando María del Carmen pasó su primera consulta tenía bien claro lo que no iba a hacer. No quería ser uno de esos médicos prepotentes que dictan sentencia casi sin escuchar. «Siempre cuento una anécdota que me ocurrió en Cambre. Estaba haciendo la especialidad y al llegar a la consulta del médico, sentado detrás de una mesa rococó, me extrañó que no hubiera sillas para los pacientes. Le pregunté por ello. Era el año 82. Me respondió: ‘Si se sientan no hay quien los levante’», recuerda. «Aquello me llegó al alma. Yo a los residentes siempre les digo que tenemos que ponernos del otro lado de la mesa, porque si pierdes la empatía no haces bien tu trabajo», dice.

Con esa filosofía atendió 29 años a sus pacientes de A Estrada, sin perder de vista su mantra pese a los recortes que aprietan agendas o a los 31 pacientes que llegó a tener encamados. Así llegó al agotamiento. «Atiendes tus pacientes en la consulta, los de otros, porque no se contratan sustitutos; los domicilios, los desplazados, te actualizas porque en nada avanza más la investigación que en medicina... Al final me iba para casa con la sensación de estar sobrepasada. No hay nada peor que no dar llegado. Eso quema mucho», explica.

Por eso, aunque aún cumple los 65 el próximo día 28, en diciembre dijo basta. Ahora ha cambiado los estudios médicos por novelas, tiene la agenda de ocio completa y se plantea militar como voluntaria esporádicamente.