Fallece Aida Durán, hija de María Martínez, matriarca de la familia y mujer con brillo propio que deja una estela de agradecimiento

Rocío García Martínez
Rocío García A ESTRADA

A ESTRADA

cedida

La capilla ardiente está en la casa familiar de A Estrada y el funeral será mañana en Callobre

28 may 2024 . Actualizado a las 22:05 h.

A Estrada ha perdido este martes a Aida Durán Martínez a los 90 años de edad. Aida fue la única hija mujer de la mítica empresaria estradense María Martínez Otero y era también la única de los cuatro hermanos (Jesús, José Manuel, Aida y Alejandro) que seguía con vida. De su madre, poco puede decirse que no sepan todos los estradenses. Fue la propietaria de la empresa que lleva su nombre, que es el buque insignia de la industria local de la madera y el mueble y que hoy emplea a varios cientos de personas. Lo que se conoce menos es la historia de Aida Durán, que fue la matriarca que asumió el cuidado de sus hermanos cuando su madre falleció y la artífice de la estrecha unión familiar de los Durán Martínez. Pero ese no es su único mérito. Más allá de la empresa y de la familia, Aida, por su carácter y bondad, supo brillar con luz propia y ganarse el corazón de todos cuantos se cruzaron en su camino.

Aida Durán se casó con el estomatólogo Benjamín Valladares Souto, que a sus 90 años sigue ejerciendo en la clínica estradense que ahora dirige su hija María. Aida y Benjamín tuvieron cuatro hijos (Benjamín, José, Alejandro y María) que les dieron tres nietos que multiplicaron la alegría en la familia. Formaron la pareja perfecta. De esas que son capaces de trabajar codo a codo a diario y pasarse juntas las 24 horas sin rastro de desgaste. De esas capaces de devolverle la confianza en el amor eterno a los escépticos.

Recién casados, Aida y Benjamín se fueron a Lalín, donde él abrió su primera clínica. Ella empezó a trabajar con él. «Los vecinos los acogieron con los brazos abiertos y mi madre guardaba muy buen recuerdo de aquella época. Le tiene un cariño especial a Lalín», cuenta su hija María.

Luego vino la clínica estradense, en la que Aida trabajó durante años demostrando profesionalidad y un trato exquisito que son marca de toda la familia . Muchos clientes la recuerdan por su educación y su carácter especialmente amable y cariñoso con todo el mundo. Sin distinciones. «No creo que exista una sola persona que pueda decir algo malo de ella. Fue muy buena madre, muy buena hermana, muy buena esposa y muy buena con todo el mundo», resume su hija María emocionada. Probablemente tenga razón, porque Aida Durán ayudó en lo que pudo a todo el que se topó con ella y dejó en su pueblo una estela de agradecimiento.

El velatorio se celebra en la casa familiar de los Valladares-Durán, en el número 96 de la Avenida de Pontevedra, donde se ha instalado la capilla ardiente por expreso deseo de Aida. «Era una mujer muy clásica. Le aterraban los fríos tanatorios», cuenta su hija. El cortejo fúnebre partirá de la vivienda mañana miércoles 29 a las 18.00 horas para dirigirse a la iglesia de San Martín de Callobre, donde a continuación se oficiará el funeral. En el cementerio de esta parroquia estradense donde están enterrados su madre y sus hermanos recibirá sepultura Aida, que adoraba la parroquia natal de su madre por encima de cualquier otro sitio.