La tintorería fundada en 1953 que monopolizó el luto en A Estrada

Rocío García Martínez
rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

A ESTRADA

Miguel Souto

Cuando las campanas tocaban a muerto, Imperial preparaba el tinte negro

18 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay negocios que son pura historia. En algunos, la referencia al pasado empieza por el propio nombre. Es el caso de la Tintorería Imperial de A Estrada (San Paio, 44), fundada por José López Soto en el año 1953.

José López quería que su negocio tuviera un nombre a la altura del esfuerzo que invirtió en él. A mediados del siglo XX estaban muy en boga aquellos nombres rimbombantes con aires de grandeza. Además, Imperial era un buen nombre para una tintorería. Así, todo el mundo podría sentirse cual emperador reestrenando su ropa tras pasar por las manos del tintorero.

José López Soto era originario de Toiriz (Vila de Cruces) y había aprendido el oficio de tintorero en A Coruña. Con poco más de veinte años ya era casi un experto y decidió arriesgarse a emprender. Su intención era mudarse a Vigo para abrir allí su tintorería, pero de camino pasó por A Estrada y cambió de planes. «Vio que el pueblo tenía mucha vidilla, le gustó y se instaló aquí», explica su hijo Francisco López Quinteiro, que se incorporó al negocio en 1996 y sigue hoy en día al frente de una empresa que ha ido adaptándose a los nuevos tiempos.

Aquella A Estrada que impresionó a José López Soto poco tiene que ver con la de hoy. «Entonces estaba la carrocera Igrovi, estaba naciendo toda la industria del mueble y también había una gran actividad textil. Aquí en la calle San Paio había una firma catalana en la que trabajaban 40 o 50 chicas», cuenta Francisco López.

El tintorero alquiló primero una casa en el número 40 de la calle San Paio y luego construyó el edificio con el número 44, en donde se mantiene a día de hoy el negocio.

La tintorería, que era la única de toda la zona, fue un negocio muy próspero. «Entonces, la gente no compraba tanta ropa como ahora y se teñía mucho más. Había mucha necesidad y la gente aprovechaba la ropa: la remendaba, la teñía... Se reciclaba más que ahora. Éramos más ecológicos. Hoy hay prendas de ropa por 5 o 10 euros. Son casi para usar y tirar», explica Francisco López.

La tintorería trabajaba con cuatro colores básicos: negro, azul, rojo y verde. A partir de ellos se podían fabricar otros, pero no era habitual. «El negro y el azul eran los que más salían», cuenta Francisco, a quién más de una vez le tocó revolver tintes de pequeño. «Se calentaban con vapor. Había una caldera que había que alimentar con leña y carbón y había que estar revolviendo el tinte todo el tiempo porque si no se cuarteaba», cuenta.

El color negro tenía mucha demanda por el arraigo social del luto. «Me acuerdo de que cuando sonaba la campana de la iglesia, mi familia iba preparando el tinte negro. Antes cuando moría alguien siempre se ponía luto, pero la gente no se podía permitir comprar otra ropa, así que la traían a teñir», explica.

La Tintorería Imperial trabajaba para toda la comarca, hacía encargos para negocios de Santiago e incluso tenía sucursales con recogida y devolución de prendas en varias localidades. Además de tintorería era también lavandería. «Las máquinas de limpieza en seco eran de combustible, así que después había que airear la ropa para sacarle el olor», recuerda Francisco. La época fuerte de la tintorería fue hasta los años 70. Después tuvo su tirón también el teñido del cuero. «Se desengrasa, se tinta y queda como nuevo», cuenta Francisco, que aún ofrece este servicio hoy en día, aunque la demanda es mínima. «Hoy hay más polipiel y eso no compensa teñirlo», dice.

Limpiezas en seco y recogida de alfombras en casa

La Tintorería Imperial fue un negocio muy pujante. De ella vivieron el siglo pasado José López, su mujer —la también cruceña Aurora Quinteiro Verde, que fue una maestra de la plancha— y sus cuatro hijos. El negocio llegó a contar con dos planchadoras más contratadas. «La plancha es muy importante para que cuando pongas la prenda te quede como un guante», asegura Francisco. Hoy en día el negocio lo llevan él y su mujer. El impacto de las lavanderías autoservicio se ha notado y ahora las limpiezas en seco suponen el 90 % del trabajo. Los lavados de alfombras —que se recogen y devuelven a domicilio— también tienen gran demanda. Además se ofrecen todo tipo de servicios de lavandería y tintes de tejidos y piel.