«Hasta que llegué a Galicia, no había visto de cerca un cerdo en mi vida»

Xosé María Palacios Muruais
xosé maría palacios REDACCIÓN / LA VOZ

LALÍN

CEDIDA

Vive en Lalín y lleva 35 años trabajando en este sector en la comunidad

11 sep 2023 . Actualizado a las 19:12 h.

Mar Lara Díaz-Meco (Madrid, 1963) cursó la carrera de Veterinaria en la Universidad Complutense. Le resulta algo difícil explicar por qué eligió esos estudios: «No lo hice por vocación; lo hice por provocación, lo decidí en el último momento. Siempre me habían gustado los animales. Dije ‘¿Veterinaria, por qué no’». Si escogió la carrera sin una gran premeditación, el rumbo profesional también estuvo bastante influido por situaciones que fueron apareciendo: «Acabé la carrera en 1987. Era difícil meter la cabeza en el mundo de la ganadería», recuerda. Un compañero de promoción la llamó por teléfono y la avisó de que Nudesa, empresa de Silleda dedicada a fabricación y venta de piensos y a ganadería, necesitaba personal.

La firma buscaba, y ella encontró y ya no buscó más: «Vine a Galicia por un tiempo y llevo ya

35 años», cuenta. No se arrepiente de la decisión tomada, sino que se muestra muy orgullosa de su trayectoria. Los cambios han sido evidentes: «La Galicia de hoy tiene poco que ver con la Galicia de hace 35 años. Cuando llegué, no había mujeres veterinarias, que ahora sí hay», explica.

Todos estos años pasados en Galicia —vive en la zona rural de Lalín— le han servido para conocer explotaciones de ganado porcino que han ido pasando de padres a hijos y de hijos a nietos, así como empleadas que eran personas muy jóvenes y que hoy tienen gran experiencia en la empresa. «Algo de lo que me puedo enorgullecer es que soy una apasionada de mi trabajo. Cada día puedo aportar más», afirma.

Mar Lara está habituada a contactar con jóvenes que estudian en la Facultade de Veterinaria de Lugo (USC), pues suelen acudir a su empresa en visitas. Cuando acabó la carrera, pasó unos meses con un veterinario de ganado vacuno que trabajaba al norte de Madrid, lo que le permitió acercarse a ese sector de la ganadería. Su llegada al noroeste la puso en contacto con el porcino. «Hasta que llegué a Galicia, no había visto un cerdo en mi vida», recuerda.

Horarios ya menos duros

A su empresa, este curso, acudirán también alumnos de un ciclo dual del Centro de formación y experimentación agroforestal de

Sergude (Boqueixón). Ella advierte de que no es igual trabajar con animales de producción que con animales de compañía, algo que parecen buscar hoy muchos futuros graduados. Sabe por experiencia lo que es tener el teléfono móvil encendido todo el día, aunque también admite que las jornadas de trabajo no son hoy extenuantes como antes y que la conciliación familiar y los días de descanso ya no son una quimera en el sector.

Aunque el trabajo de los veterinarios de producción sea más duro que el de los de clínicas de mascotas, cree que no por ello los estudiantes deben verlo como una opción poco atractiva. Comenta que durante la carrera estaba, como el resto de sus compañeros, centrada en aprobar las asignaturas y que solo al licenciarse conoció de cerca la realidad del sector. Décadas después, reconoce que ir a una explotación de ganado porcino obliga al visitante a tomar medidas y que si, por ejemplo, el recorrido tiene lugar un viernes por la tarde, tras días de clase, la motivación quizá no sea la más alta.

Sí es alta, en cambio, la posición en la que coloca al sector porcino gallego, más por su capacidad de adaptación y por su rigor en el trabajo que por su volumen, alejado del de las grandes empresas. Subraya que «el ganadero independiente de Galicia [así se refiere a quien tiene una pequeña o mediana explotación] necesita estar siempre de la mano de personas que lo puedan asesorar y le puedan enseñar». ¿Cuál es la razón de esa necesidad? «Si no es así, le resultará más difícil. Una empresa puede adaptarse a las nuevas necesidades logísticas, a los horarios de conciliación, etcétera», recalca.

«El pequeño productor ha ido aprendiendo»

Mar Lara llegó a Galicia sin experiencia en el sector de porcino. Si ahora, más de 30 años después, habla con gran conocimiento, también es notable el aprendizaje que los criadores de porcino han completado en este tiempo. «El pequeño productor ha ido creciendo con sus medios, aprendiendo, evolucionando». Las explotaciones suelen ser de pequeño o mediano tamaño, pero forman, como recalca esta veterinaria afincada en Lalín, «un sector muy dinámico».