
Los dueños del Venezia, cuya pizza al curri tiene legión de forofos, regresaron tras su jubilación
16 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Cuando muchos esperan o esperamos llegar a la edad de retiro para disfrutar de la familia, de las aficiones, viajar o simplemente dejar que el tiempo corra sin la ansiedad que genera en la mayoría de las ocasiones la vida profesional, hay a quien todas esas opciones les resultan insuficientes. Hay quien añora su trabajo diario y, tras darle alguna que otra vuelta, decide recuperarlo. Quizás porque, como él mismo asegura, no resulta comparable jubilarse como empleado de una empresa que bajar la persiana al negocio que gestionaste durante años.
Ante esa tesitura se encontró a principios del 2021 el dueño del restaurante Venezia de Lalín, uno de los más emblemáticos. Y, no, no hablamos de cocido y el plato estrella de la capital de Deza. En su caso bordaba la comida italiana, con pastas y pizza que atesoraban miles de devotos no solo en tierras dezanas sino llegados de otros lugares próximos. Tras casi cinco lustros su dueño, José Fernández, cerraba entonces el negocio que regentaba junto a su mujer. Pero el gusanillo de los fogones, de meter las manos en la masa para meterlas al horno, terminó por pesar más y quiso ocupar ese vacío que sentía en el cuerpo sin su cocina, sin el trato con los comensales.
Junto a su esposa y sus dos hijas decidían reflotar el cerrado restaurante y, año y medio después, volvía a levantar la reja a finales de junio del pasado año. Una apertura con una carta más ajustada en cuanto a su oferta, pero con la misma esencia que le situaron en el olimpo lalinense para los amantes de la comida del país transalpino. En torno a una veintena distinta de pizzas podemos degustar en el Venezia —con z, no es un error ortográfico— donde la reina tiene al curri como referencia. «A xente a botaba de menos e a cousa está funcionando moi ben», afirma este hombre trabajador, contestando a vuelapluma en un pequeño receso para atendernos en plena faena antes de servir las comidas del mediodía.
A esas pizzas de rechupete, entre las que también podemos nombrar la de «tutti colori» o la ce carpacho, se suman distintas elaboraciones de pasta, con sus propios fieles, como lasaña de ragú, mafia o macarrones gratinados con espinacas, junto a los panzerotti rellenos de berenjena. A los que la comida italiana ni fu ni fa, o la quieran combinar o sustituir por otras propuestas alimenticias, en este restaurante lalinense fundado hace casi tres décadas pueden encontrar por ejemplo el suculento arroz gratinado o carnes y pescados al horno, desde chuletón a entrecot a bacalao, por citar algunos ejemplos, junto con ensaladas variadas y opciones de entrantes como la cazuela con colas de gambas. Pero no debemos olvidar tampoco su oferta de postres para los más golosos o glotones, con panacota, tiramisú o tarta de queso.
José reconoce que «dábame rabia telo pechado», con el tiempo transcurriendo sin que nadie de los muchos que visitaron el local se animasen a alquilar el restaurante para reabrirlo. Así que se animó a la aventura de empezar de nuevo pero bajando un poco el pistón. Un reto con alguna zozobra inicial para encontrar empleados, habitual en estos tiempos en el sector de la hostelería. En esta nueva etapa cuenta con cinco trabajadores en el restaurante, que solo abre de miércoles a domingo. Por tanto hay dos días de descanso que, dice, necesita a sus 68 primaveras para trabajar con ganas los días que toca.
Estancia en Suiza
El restaurante Venezia abría sus puertas en la calle B de Lalín en 1996, aunque José no tiene muy claro si fue ese año o ya había arrancado 1997. Recalaba en la capital dezana después de una dilatada trayectoria profesional en Suiza, donde aprendió el oficio enrolado en varios restaurantes italianos de ese país. Fueron, recuerda, 22 años de labor profesional en tierras helvéticas.
Sin echar las cuentas para ajustar el dato concreto de apertura, el restaurante Venezia está en sus bodas de plata sumando las dos etapas, la actual de casi ocho meses. Atiende a su clientela, como decíamos, de miércoles a domingo con servicio tanto de mediodía —de 13.30 a 15.30— como de noche —de 20.30 a 23.30 horas—. Adaptado a sus nuevas posibilidades, José Fernández confía en que el mítico establecimiento hostelero lalinense retome el vuelo de antaño y que suponga un legado para los futuros gestores. Porque su sueño pasa porque la cocina italiana siga contando en Lalín con ese rincón, que perviva cuando decida que, ahora sí, toca retirarse a disfrutar de la buena mesa sin cocinar.