Los venezolanos que trajeron el sófbol a Lalín

David Cofán Mazás
David cofán LALÍN / LA VOZ

LALÍN

cedida

Wilbert forma parte de un club que en solo dos años ha formado una comunidad en expansión

01 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El sófbol es un deporte muy similar al béisbol, pero con algunos matices como el tamaño de la pelota (más grande), el del campo (más pequeño) o el tipo de lanzamiento. En Galicia tiene una presencia cada vez mayor gracias a la emigración venezolana, que trajo consigo un deporte en pleno crecimiento. Aunque uniforme a todo el territorio gallego, en Lalín reside una importante comunidad de venezolanos que hace dos años decidió fundar su propio club de sófbol. Una manera de recodar su tierra y también de llevar con orgullo el nombre de su hogar de acogida. Wilbert Romero es uno de los impulsores de un proyecto deportivo que tiene por nombre Lobos de Deza y que este año se proclamó campeón de Galicia tras derrotar en la final al Relámpagos de Pontevedra.

Además del juego en sí, el proyecto de Lobos tiene una vertiente social muy importante, uniendo a la diáspora venezolana para formar una comunidad unida y perfectamente integrada que lleva la bandera de Lalín a sus partidos y que busca incluir a todos los vecinos dentro de su manada. «Es importante agradecer, mientras tengamos una pequeña oportunidad para agradecer al pueblo lo vamos a hacer», explica.

Cuando Wilbert llegó a Lalín ya había un grupo de venezolanos entrenando y jugando por su cuenta al sófbol. Él se apuntó, y a través del presidente de la entidad, Luis Hernández Bastos, decidieron oficializar el equipo en junio del 2022. Poco a poco el club se fue consolidando y creciendo. En estos momentos tienen casi una treintena de jugadores y dos equipos: uno sénior y otro de alevines. Wilbert, además de secretario en la junta directiva, es entrenador de los pequeños. Por otro lado, a los mayores los entrenan dos jugadores que fueron profesionales en Venezuela, José Rodríguez y Alfredo González.

La intención del equipo es aumentar la base, abriendo las puertas de los Lobos a los escolares del municipio. «La idea es que los propios gallegos aprendan el sófbol. Hasta ahora somos venezolanos o hijos de venezolanos, pero queremos que se abra a todos los vecino. Tenemos la puerta abierta del Anpa de algunos coles y queremos empezar en octubre con otras categorías», señala.

De Cerveceros a Lobos

Con la mirada puesta en implantar el sófbol en las nuevas generaciones, el club tuvo que darle una vuelta a su primer nombre. Cuando se fundó el equipo tomaron el nombre de Cerveceros del Deza. «Nos dimos cuenta que para que el club tuviera futuro con los niños, con el nombre de cerveceros era complicado», comenta Wilbert divertido. «Había salido en aquel momento porque estábamos contentos y emocionados. Copiamos a los Cerveceros de Milwaukee, un equipo de la Major League Baseball, pero aquí no iba a funcionar como futuro», reconoce.

Sin embargo, en Lobos del Deza encontraron una denominación perfecta para demostrar quiénes son y qué quieren lograr. «Escogimos ese nombre porque estamos muy unidos, como una manada. Iba de la mano, además, con la idea de dejar huella, es nuestra insignia», explica.

Alegría y diversión

En estos dos años los Lobos se han hecho un hueco en Lalín y Galicia. Son habituales en las competiciones autonómicas y han levantado unos cuantos títulos. De hecho, el sófbol gallego tiene su epicentro en la capital dezana, ya que de los cinco entrenadores federados que hay en Galicia, dos son de Lalín.

«Es un deporte muy alegre, tenemos una barra —hinchada— que es de las mejores. Van nuestros familiares, usan nuestras banderas, gorras... Es muy animado», comenta Wilbert, haciendo hincapié en esa parte social y familiar que tiene este equipo de sófbol para la comunidad venezolana. «En Venezuela es un deporte nacional, juegan todos los días y hay muchos campos», explica.

De nuevo, anima a todos los jóvenes a practicarlo. Comenta que tienen el respaldo de la federación para poner en marcha un proyecto importante como una liga intercolegial. Sobre las bondades de este deporte, considera que tiene «mucha adrenalina, alegría y empatía». «A nivel personal siempre hay un acercamiento entre los equipos, dedicamos un par de horas después del juego a compartir, y eso es genial», afirma.

Su campo

Los Lobos juegan y entrenan en el campo de Barcia. «El Concello nos permitió entrenar ahí y hacer el acondicionamiento para que puedan homologar el campo. Es difícil porque lo hacemos nosotros, con nuestras propias manos y presupuesto, pero agradecemos mucho el apoyo del Concello, porque no todos tienen campo propio», explica