El peaje de la AP-53 se encareció un 54 % en sus veinte años de vida

D. cofán LALÍN / LA VOZ

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miguel souto

A la espera de un nuevo incremento en enero, el vial que conecta Santiago con Lalín acumula un año sin avances sobre las bonificaciones pactadas entre PSOE y BNG

01 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La sangría para los bolsillos de los usuarios que atraviesan la AP-53 será un poco más intensa a partir de enero. Una de las autopistas más caras del país incrementará todavía más el coste de sus peajes en el 2025 a tenor de la evolución del índice de precios de consumo (IPC) y la subida de los cobros que el Gobierno suprimió en el 2023 como consecuencia de la galopante inflación. Para la ruta entre Santiago y Alto de Santo Domingo (Dozón) los cálculos atribuyen una subida de unos 30 céntimos, pasando de los 6,7 euros actuales a entre 6,95 y 7. El tramo Santiago-Silleda aumentaría 16 céntimos (de 4,05 a 4,20 euros) y el de Silleda a Lalín, 10 (de 2,8 a 2,9 euros).

Para añadir más leña al fuego, ni están ni —a corto plazo— se esperan avances en las bonificaciones prometidas en el pacto de investidura que firmaron PSOE y BNG hace ya un año. Todo ello mientras su vecina AP-9 se seguirá beneficiando de descuentos, dando luz verde el Gobierno central a la rebaja de hasta el 50 % en el tránsito para los usuarios recurrentes. La prórroga de los presupuestos del Estado como consecuencia del adelanto de las elecciones catalanas dejó en saco roto las bonificaciones en la AP-53, que se equipararían a las de la autopista que une Ferrol y Tui.

Este verano, la comisión de seguimiento del pacto de investidura firmado entre socialistas y nacionalistas fio el desbloqueo de los asuntos acordados a la aprobación de los Presupuestos del 2025. Por su parte, el PP ha utilizado este panorama como munición contra la gestión del Gobierno. Acciones infructuosas que tuvieron como elemento más notable el estudio realizado por la Xunta en el 2022 que cifraba en 3,2 millones el coste de aplicar los mismos descuentos de la AP-9 en la AP-53.

Hasta 2074

En el 2018 el ejecutivo puso en marcha un proyecto para eliminar los peajes de las autopistas en las que venciese su concesión a partir de ese momento. Desde entonces, más de mil kilómetros de la red viaria se han convertido en gratuitos o bien se rebajaron, con la salvedad, entre otros, de la AP-53. Esta será la última autopista de España en la que desaparecerán los peajes, ni más ni menos que en el 2074, 70 años después de su estreno.

La autopista que subió los precios a la semana de estrenarse

La AP-53 tal y como la conocemos hoy día, con la ampliación hasta Dozón, data de junio del 2004, hace algo más de veinte años. En su estreno, el tramo hasta el Alto de Santo Domingo costaba 4,35 euros. Era el precio a pagar por colocar el peaje del Alto de Santo Domingo en Silleda, lo que permitía moverse de forma gratuita desde la capital dezana. La concesionaria, Acega, cuadró las cuentas subiendo el peaje entre Santiago y Lalín de 3,60 a 4,35 euros.

No obstante, este incremento pasados seis meses de su inauguración no fue el primero. Justo una semana después de abrir al tráfico, la tarifa de Compostela a la capital dezana se encareció unos 13 céntimos, pasando de costar 3,47 euros en diciembre del 2003 a 3,6 en enero del 2004. La autopista se convirtió desde su nacimiento en la que tenía mayor precio por kilómetro de Galicia, más incluso que la AP-9.

Veinte años después el coste del tramo Santiago-Lalín ha escalado en un 54 % hasta los 6,7 euros que se pagan, de momento. Si los cálculos menos halagüeños se cumplen y el precio llega a los 7 euros, la subida será del 61 %. Pero es mayor si observamos la evolución de alguno de los segmentos intermedios.

El tramo Lalín-Silleda costaba en origen 1,05 euros y ahora 2,8, un 166 % más caro. Por su parte, el que va de Santiago a Silleda pasó de los 2,60 euros de hace 20 años a los 4,2 actuales (+61 %).

La alternativa para evitar un coste prohibitivo provoca la congestión de la N-525

El resultado del encarecimiento continuado de la AP-53 es que esta se ha convertido en una autopista fantasma. Cuando a uno no le queda más remedio que cruzarla comprueba de primera mano su mínimo uso, lo cual no quiere decir que no haya usuarios para recorrerla. La alternativa es la castigada N-525, que acumula un volumen de vehículos muy alto, que aumenta su peligrosidad y el deterioro del firme.

Camiones, tractores y otros transportes agrícolas son pasajeros frecuentes de la carretera nacional, especialmente en el tramo que une A Bandeira con Lalín. No es de extrañar, por tanto, que en horas puntas el paso por la N-525 sea a ritmo de tortuga, formándose grandes caravanas.

Caso aparte son los baches. Los socavones e irregularidades en el asfalto son casi una seña de identidad del trayecto, especialmente a su paso por el casco urbano de Silleda.