Ambas nacieron un 25 de octubre con 105 años de diferencia y protagonizaron los momentos más emotivos en la inauguración
12 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Un entrañable lazo se tejió entre Nieves y Mariña. Dos nombres de mujer grabados ya en los anales de la historia de Silleda. Dos vidas que comenzaron un 25 de octubre, eso sí, con 105 años de diferencia. Los astros se aliaron para que esa fecha que marcará sus vidas las convirtiese en las silledenses de menos y de más edad, a quienes se les otorgó un emocionante protagonismo en la inauguración de esa también su casa. Para ellas fueron los aplausos más entregados, sin olvidar los tributados a otra muy querida por quienes fueron sus vecinos, César González Fares, que da nombre al pabellón municipal.
La primera en subir al escenario en brazos de su mamá fue Mariña Anta Blanco. Con poco más de dos semanas al bebé le tocó el honor de compartir con el regidor la simbólica puesta en marcha del reloj que luce la fachada del consistorio, «da casa deseñada para medrar», como la hija de Alejandro y Nerea. No faltó ni una cuenta atrás previa y regalos para una tranquila niña, con un cuadro certificando que ella encendió ese mecanismo de relojería.
A Nieves Taboada Álvarez le tocó cobrar protagonismo en la recta final del discurso inaugural de Manuel Cuíña. En tan simbólico día, donde resultaría imposible reconocer a los 9.000 vecinos de Silleda, se quiso tributarle un homenaje a quien representa el otro lado de la balanza junto a Mariña. A la mujer de más edad, con 105 primaveras tras nacer un 25 de octubre de 1918 en Siador. El regidor trazó a grandes rasgos su vida, la emigración de sus padres a Cuba cuando tenía siete años, quedando a cargo de sus abuelos. Su regreso cuando ella tenía catorce o la marcha a Buenos Aires poco después de su hermano mayor. Su matrimonio con Manuel Rozas, con quien no tuvo hijos; la dedicación sempiterna a la tierra, al ganado.
De Nieves, emocionada por momentos junto a Cuíña sobre el escenario, resaltó su fortaleza, su carácter vitalista y hablador, su generosidad. Aún lee sin gafas la prensa o hace calceta a diario. Recordó que hace muchos años cedió de forma gratuita los terrenos donde se asientan los depósitos que nutren al casco urbano y a varias parroquias. «Hoxe Silleda é máis que Vigo», comentó exultante mirando a Abel Caballero en esa coincidencia astral por la fecha de nacimiento compartida por ambas protagonistas. Un echarpe calentito nuevo luce ya esta centenaria, pero hubo otro regalo personal del regidor muy especial.
Era una caja de bombones, como la que le llevó a sus 99 años cuando pidió conocerle por si no llegaba a los 100. En ese encuentro en su casa de Siador, «cando nos fixemos amigos, lle dixen que despois habería un ramo de flores, como facíamos sempre, pero ela pediu bombóns, que as flores non se comen». Incluso se atrevió el alcalde a desvelar un pequeño secreto que le contó en esa visita. Sus familiares tenían un mueble para impedir que subiese a la segunda planta de la casa, pero le comentó «que o apartaba e subía igual».
Pero ella, «moi contenta por estar aquí» pero sin merecer tanto reconocimiento, ya le dijo que se llevaría los bombones, que ahora no los come. Genio y figura de esta centenaria que vivió sola hasta los 102 años y ayer recibió el aplauso de sus paisanos.
Actuaciones musicales y comida oficial
Desde la mañana y hasta la noche la música cobró su cuota importante de protagonismo en la inauguración, no en vano Trasdeza presume en este campo cultural. Desde Xirandola a las bandas Recreativa e Cultural de A Bandeira o la Municipal de Silleda, para tomar el relevo en la recta final el cantautor Rodrigo Ramos y Saga Fuga Blues Band. Tampoco faltaron actividades lúdicas para los más pequeños, con animación de calle, en una jornada donde centenares de vecinos pasaron en un goteo constante por el edificio municipal. Y pudieron degustar chocolate, sin duda un buen reconstituyente en un día frío y de chubascos, Muchos quisieron ver todas las salas y les llamó la atención los lucernarios bajo el salón de plenos, junto con los espejos en las escaleras de acceso interior.
Una comida en el restaurante Coteliño supuso el colofón a la parte oficial e institucional de esta histórica jornada, en espera de que abra al público el edificio.