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Fue el deseo de María Luisa Mendoza para el Día de la Madre y la residencia de Silleda lo hizo realidad
12 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.María Luisa Mendoza sopló las velas de su 100 cumpleaños el pasado 15 de septiembre acompañada por su familia en la residencia de Silleda donde vive. Con motivo de la reciente celebración del Día de la Madre en el centro propusieron a las mamás que pidieran un deseo y el de esta lalinense nacida en la parroquia de Bodaño fue ver el mar. Con la ayuda de la televisión autonómica pudieron cumplir su sueño y dos trabajadoras del centro, Belén Amarante y Natalia Guerra, junto con miembros del programa llevaron a Luisa hasta Boiro. Allí pudo ver la playa de cerca.
Al volante iba Belén Amarante, que cuenta que «ela díxonos que de nova mareábase pero non se mareou e foi rindo todo o camiño, fixándose en todo o que ía vendo polo camiño». Le sorprendió —cuenta— «cando cruzamos a ría de Arousa por riba dunha ponte e viu que todo era auga. Preguntaba se estabamos pasando por riba do mar».
María Luisa, que tiene a sus hijos repartidos por España adelante y alguno por la zona, explica que al único sitio al que viajó «foi a San Sebastián dúas veces para ver ao meu fillo». Allí pudo ver el mar hace muchísimos años y , apuntan sus cuidadoras, tan solo de refilón.
Pero, como ella misma apuntaba, «nunca pensei que con cen anos ía a poder viaxar e a ver a praia e o mar». Le sorprendió que «non era llano» como se imaginaba y «ese camiño branco ao lado da area» que formaba la espuma de las olas. La pena fue que, como comentaba Belén, «facía un día moi malo, con moito vento e chovía moito». Eso hizo que María Luisa tuviera que conformarse con ver la playa y el mar de cerca, pero desde dentro del coche y no pudo salir porque se hubiera calado con la lluvia.
Sorpresa con el surf
Lo que sí pudo ver y que le llamó poderosamente la atención fue a gente practicando surf y cabalgando las olas sobre la tabla junto con deportistas de windsurf con sus velas. Le chocaba su habilidad y también el hecho de que estuviesen en el mar pese al mal tiempo.
A María Luisa le quedaron ganas de más y espera poder volver. Asegura que «gustoume moito ver o mar» aunque «o día moi bonito non estaba para ir a praia», apostilla. Recalca que «non me se me fixo nada largo a viaxe, gustoume moito, moito». No le importaría viajar a algún sitio aunque cree que «xa son moi vella». En la residencia de Silleda, explica, «estou moi contenta con todos os que teño arredor miña». En el centro esperan que pueda disfrutar de la próxima excursión y lamentan que ese día, aunque tiene algunos problemas de movilidad por la edad, no pudiera darse un paseo por la orilla del mar aunque fuese en la silla de ruedas que maneja con destreza.
«Sempre me gustou ser algo tarabela e facer rir aos outros»
Confiesa que «sempre me gustou ser algo tarabela e facer cousas para facer rir aos outros». En la residencia colabora con todas las actividades y es el alma de la fiesta. Dicen en el centro que «sempre está moi contenta e é moi amable». Se lleva bien con todo el mundo y cuenta «gracias a Deus», afirma, con multitud de amigos. En la residencia, comenta, «estou encantadísima da vida. Só teño que comer, durmir, pasear e os pratos os teño lavados,... non fago máis que durmir, comer e pasear», apunta.
De joven, señala, «encantábame bailar», pero «máis o solto que o agarrado» puntualiza. De soltera no se perdía «unha romería. Había gaiteiradas a cada paso e sempre tiña con quen bailar. Eu sabía moitos puntos e aínda non me esqueceron». Novios, dice, «tiven poucos» y «nunca cantei, nunca tiven gracia para cantar». Sí que le gustan los juegos de cartas, «a brisca gustábame máis do que me gusta e gustábame máis o burro de catro orellas». A sus cien años, apunta Belén, «pinta e recorta sen gafas» y es la primera en apuntarse a cualquier actividad y ayudar en lo que pueda. Se maneja sola y mantiene una memoria envidiable.
Su gran sentido del humor y su alegría le granjea la simpatía de todos los que la conocen. De momento, le acompaña la emoción de su último viaje y asegura que «non me importaría repetir».