MANUEL BLANCO ESPIONAJE INDUSTRIAL Visto para sentencia el proceso de extradición del ingeniero vasco
21 may 2001 . Actualizado a las 07:00 h.n Detroit lo elevaron al grado de salvador de la industria occidental y los españoles, orgullosos, le apodaron Superlópez, un apelativo que rechaza: «Cuando piensas que eres alguien, dejas de serlo», dijo en 1992, meses después de convertirse en el número dos de General Motors. Innovador y brillante, durante los once meses en los que trabajó como vicepresidente de GM revolucionó los métodos de trabajo de la compañía y consiguió un ahorro en costes de 2,2 billones de pesetas. Pero López de Arriortúa, de 60 años y natural de Amorebieta (Vizcaya), decidió en marzo del 93 regresar a Europa para asumir la vicepresidencia de compras de Volkswagen, dando así lugar a un intenso proceso judicial que enfrentó al mayor fabricante de automóviles del mundo y a la multinacional alemana. Y es que GM y la Justicia estadounidense acusan a Superlópez de espionaje industrial. De robar, sólo un mes después de haber fichado por Volkswagen (VW), diseños, resúmenes de ahorros de costes, memorandos de estrategia... Planes secretos que incluirían proyectos industriales posteriores al año 2000. El polémico ingeniero ha negado siempre estas imputaciones, pero lo cierto es que el conflicto le obligó a abandonar la empresa alemana en 1996. Una salida forzada por un pacto extrajudicial que incluía, además de su dimisión, una indemnización en favor de GM de 19.000 millones de pesetas y un compromiso de compra de suministros de 190.000 millones. Por aquel entonces, Superlópez ya había ahorrado 2 billones en costes de producción en VW. A cambio de la paz, GM se comprometió a perseguir por vía judicial únicamente al que fuera su vicepresidente. El último capítulo de su culebrón vital se celebró ayer en la Audiencia Nacional con la vista por la petición de extradición tramitada por Estados Unidos y a la que es favorable la Fiscalía de la Audiencia. El argumento al que se aferra su defensa, y el propio Arriortúa, es un serio deterioro de sus facultades mentales provocado por un grave accidente de tráfico ocurrido en Burgos en enero de 1998, un incidente por el que estuvo en coma cien días. Un forense judicial y dos de parte apoyaron en la sesión esta tesis. La comparecencia del ingeniero vasco no defraudó. Negó las acusaciones al asegurar que se llevó una patente que él había diseñado, pero, y sobre todo, se mostró desinhibido ante los magistrados al exaltar las cualidades de su «jefa, que además de guapa, hace una paella con bacalao de la leche». Y de su hija, «que es más guapa que el copón». Y de su nieta, «que va a ser más lista que Madame Curie y más guapa que Bo Derek». Arriortúa pidió incluso un «cafelito» al presidente del tribunal cuando éste le preguntó si se encontraba incómodo en la sala. Su futuro está visto para sentencia. La Audiencia Nacional deberá decidir ahora si ante un jurado de Estados Unidos o en su caserío en Vizcaya.