Tres secretarios de área presentan su dimisión por discrepar de la línea del secretario general La crisis abierta en Comisiones Obreras por la «disintonía» entre el secretario general, José María Fidalgo, y sus más estrechos colaboradores, se zanjó ayer con la destitución del secretario de Organización y Comunicación, Rodolfo Benito, y las dimisiones de tres secretarios de área. Tras esa remodelación en su máximo órgano ejecutivo, CC OO se enfrenta a la crisis más grave de su historia: nunca antes se había remodelado la ejecutiva fuera de los congresos confederales que se celebran cada cuatro años.
19 feb 2002 . Actualizado a las 06:00 h.La Comisión Ejecutiva de Comisiones aprobó ayer, por 15 votos a favor y once en contra, la petición de José María Fidalgo de expulsar a Rodolfo Benito de la secretaría de Organización y Comunicación, a la que llegó tras los equilibrios que cerraron, hace dos años, el Séptimo Congreso Confederal del sindicato. Ni siquiera las reticencias del comité confederal ¿órgano de debate que reúne a los 30 secretarios regionales y sectoriales¿ modificaron la decisión del secretario general, justificada por la «disonancia» en la cabeza de la dirección. Así, el área de Organización pasa a manos de José Luis Sánchez, hasta ahora secretario de Política Institucional y uno de los más estrechos colaboradores de Fidalgo. La destitución de Benito provocó además las dimisiones de la secretaria de Política Social y Migraciones, Paloma López; el secretario de Formación Sindical, Javier Fernández; y el de Servicios, Antonio Rey. Los tres mostraron su solidaridad con Benito y, por boca de Paloma López, lamentaron que el secretario general haya escogido «la dirección opuesta a lo decidido en el Séptimo Congreso». Sus puestos fueron repartidos entre los restantes miembros de la ejecutiva afines a Fidalgo y al secretario del Metal, Ignacio Fernández Toxo. El cisma rubricado ayer durante más de diez horas de reuniones ha servido para romper los frágiles equilibrios esbozados en el último congreso confederal para evitar la ruptura, ejecutada dos años después. Sin embargo, el secretario general restó importancia a unos cambios que consideró «sencillos» y negó cualquier «crisis, división o fractura». Críticas Nada que ver con la versión de Benito, quien acusó a Fidalgo de «debilitar la dirección y provocar una quiebra no querida por nadie». Esas críticas, mantenidas por la mayoría del comité confederal, no impidieron sin embargo a Fidalgo asegurar que se siente «tan apoyado» como en el día que asumió su cargo.