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Arthur Andersen gana su batalla moral tras ser anulada su condena por Enron

Óscar Santamaría CORRESPONSAL | NUEVA YORK

ECONOMÍA

El Tribunal Supremo de EE.UU. dice que no hay pruebas de que destruyera papeles de la firma

08 jul 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

Una victoria moral. Eso es lo que representa para la desaparecida Arthur Andersen el fallo del Tribunal Supremo estadounidense que hace algo más de un mes anuló la condena impuesta a la que fuera una de las firmas más prestigiosas de Wall Street por su participación en el escándalo Enron y que certificó su muerte en el 2002. Entonces, la compañía contable fue acusada por el Gobierno de Bush de obstrucción a la justicia en el caso del colapso del gigante eléctrico en diciembre del 2001, una de las mayores quiebras en la América corporativa. Según el fallo de un tribunal de Houston, Arthur Andersen fue culpable por destruir documentos relacionados con Enron y sentenciada a cinco años de inactividad tras ser obligada a entregar su licencia y el pago de una fuerte multa. «Big five» Todo ello acabó con una de las llamadas Big five mundiales que echó el cierre y dejó en la calle a sus más de 85.000 empleados. Sólo 200 de ellos siguen en activo organizando charlas y al frente de las demandas civiles interpuestas que dejaron los flecos del caso. En España sus restos fueron absorbidos por la firma Deloitte. La decisión del Tribunal Supremo supuso un serio revés para la Administración de George W. Bush en su cruzada contra los desmanes financieros que a finales de los 90 recorrieron las grandes empresas norteamericanas. En esa lucha, el Departamento de Justicia puso contra las cuerdas a Arthur Andersen, en una acción que ya por entonces fue polémica pues no se pudo demostrar que los empleados de la firma de consultores actuaran de forma corrupta. Es más, el 98% de sus trabajadores no vio nunca un documento relativo a Enron. El único culpable identificado fue David Ducan, responsable de las auditorías que realizaba a la eléctrica para certificar que sus libros contables eran correctos y que señaló que cumplió con la política de la compañía relativa a la conservación de documentos. Muy tarde Una sentencia que llega demasiado tarde pero que sirve, al menos, para limpiar en parte el nombre de la firma. Aunque cabría la posibilidad, los analistas no prevén que lo que queda de Arthur Andersen interponga una demanda por daños y perjuicios pues es una acción bastante compleja e inusual. No obstante, muchos recuerdan que este no fue el único caso de fraude en el que se vio envuelta, pues su nombre apareció también en el otro gran escándalo corporativo de la historia de Estados Unidos., el que llevó a la bancarrota al gigante WolrdCom.