El encuentro de Londres levantó ayer una polvareda política en España. La ausencia de Zapatero, que no fue invitado a la reunión, fue calificada por el líder de la oposición, Mariano Rajoy, como una «una bofetada para España» y «un drama». «Como español, es poco reconfortante que se hable en una reunión de economía europea y que España, con 44 millones de habitantes y siendo la novena potencia económica del mundo, no vaya», declaró Rajoy en una entrevista en Antena 3. «Es una bofetada para la política exterior española», sentenció el presidente del Partido Popular.
La secretaria de Relaciones Internacionales del PSOE, Elena Valenciano, por su parte, acusó al PP de incurrir nuevamente en un «uso partidista» de la política exterior del Gobierno. Además, explicó que a este encuentro solo han acudido los países europeos que integran el G-8, el foro que periódicamente reúne a las siete potencias más desarrolladas del mundo más Rusia, y del que España no forma parte.
José Luis Rodríguez Zapatero también esgrimió esta razón a la hora de explicar su ausencia en la reunión de Londres, pese a que a ella acudió también el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso.? Lo cierto es que la minicumbre de Londres provocó controversia ya desde su gestación.
Idea inicial
Y es que, en un principio, el primer ministro británico, Gordon Brown, pretendía una reunión a tres bandas con Alemania y Francia, lo que suscitó quejas en el ámbito europeo. Para evitar posibles enfrentamientos, Londres decidió entonces hacer extensiva la invitación a Italia (todavía no se había producido la caída de Romano Prodi) y al presidente de la Comisión Europea.