La esperanza de tiempos mejores empieza a abrirse paso en medio del aluvión de pésimas noticias económicas, de la mano de la leve mejoría de algunos indicadores
19 abr 2009 . Actualizado a las 02:00 h.Comienza a haber resquicios para la esperanza. Tras meses de noticias y mensajes apocalípticos sobre el deterioro de la salud económica del planeta, se abren paso las voces que, todavía muy tímidamente, empiezan a hablar de una suerte de rendija de luz al final del túnel. Entre las más destacadas, algunas de las más influyentes del mundo: la del presidente del EE.?UU., Barack Obama, y la del hombre que lleva la riendas de la todopoderosa Reserva Federal norteamericana, Ben Bernanke. Los dos han hablado esta semana de «ligeros signos de recuperación económica».
El primero eligió la Universidad de Georgetown para asegurar que Estados Unidos comienza a avistar «por primera vez rayos de esperanza» y que las medidas adoptadas están «empezando a general señales de avance económico». Casi al mismo tiempo, Bernanke enumeraba en Atlanta los indicadores que, con una relativa mejora, respaldan ese moderado optimismo del líder demócrata: habló de la venta de coches, de la construcción de viviendas y del gasto de los consumidores.
En cualquier caso, ambos advirtieron que queda mucho camino por recorrer y muchas malas noticias por llegar.
Aunque como subraya uno de los analistas consultados «nada permite decir que lo peor ya ha pasado, salvo que las cosas no están empeorando», es cierto que existen leves indicios de mejora que apoyan los discursos de Obama y Bernanke y de otros como el presidente del BCE, Jean Claude Trichet, o el comisario de Asuntos Económicos de la UE, Joaquín Almunia.
Las que se detallan a continuación son las principales señales que invitan a soñar con el fin de la crisis.
Cifras macroeconómicas
El aluvión de cifras macroeconómicas sigue dibujando un panorama desolador, pero entre las muchas de arena que deparan casi cada día las estadísticas empiezan a colarse algunas de cal como el freno en el deterioro de las ventas minoristas estadounidense, la mejora de la confianza empresarial en Estados Unidos y Alemania, la estabilización de la producción manufacturera en Francia, la leve mejoría de los precios de la vivienda en el Reino Unido o el incremento de las ventas de coches en Alemania y, en menor medida, en Francia e Italia.
Bolsas y «hedge funds»
También desde los parqués llega cierto halo de optimismo. En poco más de un mes, el principal indicador de la bolsa neoyorquina ha subido un 24%, la mejor racha desde la Gran Depresión. En casa, el Ibex 35 acumula una revalorización del 32,55% desde el mínimo que tocó el pasado 9 de marzo, cuando las pésimas noticias sobre el sector financiero hicieron cundir el pánico entre los inversores. Después de esa hazaña, la pérdida anual ha quedado reducida a un modesto 1,8%.
Algunos analistas ven en la mano de los tan denostados hedge funds -considerados en buena medida culpables de la debacle bursátil-, uno de los principales bastiones de la recuperación de las bolsas. De hecho, desde Merrill Lynch apuntan que la exposición directa a la renta variable de los fondos de alto riesgo es ahora del 25%, la apuesta más elevada desde la quiebra del Lehman Brothers.
La banca y sus resultados
Pero si hay algo que ha logrado encender algo de luz al final del túnel han sido los resultados de los grandes bancos estadounidenses, causantes en buena medida de la grave crisis que atenaza a las principales economías del globo. Lo que demuestra que, a golpe de talonario, el Gobierno estadounidense ha conseguido aportar algo de calma a su devastado sector financiero. En los últimos días, gigantes de la talla de JP Morgan, Wells Fargo, Goldman Sachs o el propio Citigroup -rescatado en varias ocasiones por el Tesoro estadounidense y parcialmente nacionalizado-, han sorprendido con los beneficios obtenidos en el primer trimestre.
Confianza interbancaria
Obama aludió en su discurso en Georgetown al deshielo de la actividad crediticia. Y en Europa también hay motivos para la esperanza en este capítulo. La confianza empieza a fluir en el mercado interbancario, cuya normalización resulta vital para salir del pozo. Después de la quiebra de Lehman Brothers, las entidades del Viejo Continente dejaron de prestarse dinero entre sí, preferían guardarlo en la cuenta que el BCE pone a su disposición -la conocida como facilidad de depósito-. Esa hucha llegó a atesorar más de 300.000 millones de euros en enero, una cifra récord. Los últimos datos hablan de algo menos de 22.000. Esa liquidez está engrasando ahora las tuberías del sector financiero y acabará trasladándose a la economía real.
El propio Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), la mayor asociación de banca del mundo, considera que ahora «hay más apetito de riesgo y menos pánico en los mercados». Pero no se atreve a aventurar si la situación ha tocado fondo.