La factoría fabricó cien mil vehículos menos en los primeros seis meses del año por la crisis

La Voz

ECONOMÍA

17 ago 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Si el sector inmobiliario vivió su particular reventón de la burbuja, también la automoción se enfrentó desde finales del 2007 a un durísimo ajuste de las ventas y, por tanto, también de las producciones. La política mundial de alianzas entre las marcas y la crisis abierta declarada en los gigantes americanos como Ford o General Motors encendió todas las luces de alarma. En Europa, PSA Peugeot Citroën fue de las primeras en reaccionar. El hasta entonces presidente del grupo, Christian Streiff, fue fulminantemente despedido a mediados del 2009, tras poner en marcha un plan estratégico trufado por la crisis y con resultados muy por debajo de lo esperado.

Su sustituto, Philippe Varin, procedente del gigante indio Tata, aterrizó en plena crisis para pilotar una remontada en las míticas firmas del león y de los chevrones. De la política que siga a la hora de distribuir los nuevos modelos y de lo que le toque a la fábrica de Vigo dependerá, en gran medida, el futuro de la automoción gallega.

En principio, la planta está bien posicionada. Figura entre las tres más productivas del grupo y la mejor en Europa. Pero ni siquiera la flexibilidad laboral y el potente tejido auxiliar han librado a Vigo del batacazo de la automoción. La planta cerró el primer semestre del año con una caída del 36% en su ritmo de fabricación. O lo que es lo mismo, de las cadenas de montaje salieron entre enero y junio 98.000 coches menos de los que habían salido en el mismo período del 2008.