El ex presidente de la inmobiliaria Astroc, Enrique Bañuelos, ha renacido de sus cenizas y creado su segundo imperio del ladrillo, está vez al otro lado del Atlántico. Su firma brasileña Agra acaba de comprar por 39 millones el 57,8% de la constructora Kablin Segall, para consolidar un holding junto a la sociedad de inversión Veremonte.
El modelo es idéntico al de Astroc: salir a bolsa y crecer como la espuma, esta vez a rebufo de las buenas cifras del ladrillo sudamericano, que se multiplica como en España a finales de los 90.
Huérfano desde los 9 años, Bañuelos vive deprisa. Con 40 años, Forbes lo consideró la tercera fortuna española, con un patrimonio de 7.700 millones. Recién licenciado en Derecho, comenzó vendiendo miel antes de crear, en 1999, De Castro Inmobiliaria, Círculo Omega S.?L. (CV Capital S.?L.), y Terra Canet S.?L., las semillas de Astroc.
En mayo del 2006, sacó su inmobiliaria a bolsa, valorada en 820 millones. En nueve meses, Astroc costaba 9.000. ¿El mérito? Convencer a grandes fortunas de que inviertan en una sociedad con bienes limitados. El gallego Amancio Ortega fue uno de ellos: pagó 156 millones por un 5% de Astroc. Pero si el ascenso fue meteórico, también lo fue la caída. Arrastrada por aventuras fallidas, la acción de Astroc pasó de 75 euros a menos de 11 en un año. Bañuelos emerge ahora de sus cenizas y repite su receta en Brasil, o al menos lo intenta.