El culebrón de las millonarias primas que reparten entre sus ejecutivos los bancos estadounidenses no tiene visos de acabar. Cuando esta misma semana Goldman Sachs ha hecho públicos los magníficos resultados conseguidos en el tercer trimestre, lo que los estadounidenses han visto en esas cifras es que la mitad del dinero irá a parar a los bolsillos de los altos directivos de la entidad.
Entre julio y septiembre el banco ha ganado 3.030 millones de dólares y reserva un 43% de ellos a los polémicos bonus. Esa cantidad se sumará a otras que Goldman tiene reservadas para ese fin, y la cifra total se elevará a la friolera de 20.000 millones de dólares. Y aunque a los ciudadanos les parezca un escándalo, lo cierto es que puede hacerlo porque ya ha devuelto las ayudas que recibió del Gobierno y, por lo tanto, no tiene que cumplir sus exigencias.
Escándalo en AIG
Y eso es en el caso de Goldman Sachs, pero también AIG continúa adelante con el pago de las primas. Y no hay que perder de vista que hace poco más de un año, el 17 de septiembre del 2008, el Ejecutivo estadounidense tuvo que intervenir la aseguradora para evitar la debacle. Entonces, el Estado se hizo con el 79,9% del capital y le concedió un crédito de 85.000 millones de dólares para que pudiera soslayar la quiebra.
Pues bien, esta misma semana se ha sabido que el responsable federal de AIG, Kenneth Feinberg, está buscando los medios legales para evitar que la firma premie este año con 198 millones de dólares a sus ejecutivos. Y parece que lo tiene bastante difícil, ya que esas compensaciones las aprobó AIG el año pasado, antes de que el Gobierno estadounidense acudiera a su rescate. Por esa razón y aunque a la mayoría de los estadounidenses que están sosteniendo a la firma con sus impuestos les parezca un escándalo es muy posible que los directivos de la compañía acaben recibiendo sus premio s.
Y eso, después de que el pasado mes de marzo, la misma compañía desembolsara 165 millones de dólares en compensaciones. Entonces y ante el escándalo que se originó, la empresa dijo que pediría a sus trabajadores que devolvieran esos bonos. Pero según una auditoria reciente, de los 165 millones solo se devolvieron 19.
Por el momento, uno de los pocos que parece haber asumido sus errores es Ken Lewis, director general de Bank of America, que ya anunció que a final de año dimitirá de su puesto y devolverá lo que ha recibido como salario y bonificaciones.