China ha salido airosa de la cumbre del G-20 en Seúl al evitar que el documento final obligara al país asiático a frenar la revalorización de su divisa, el yuan, como proponía la hasta hace poco potencia hegemónica, Estados Unidos. A cambio, el gigante amarillo ha cedido, como los otros diecinueve presentes en Seúl, en un compromiso de intenciones para reducir sus desequilibrios comerciales, de pagos y divisas y aumentar su consumo interno.
La firma del documento supone un avance con respecto a la postura con la que Hu Jintao, el presidente chino, aterrizó ayer en Seúl: una rotunda oposición a limitar sus exportaciones. Según el documento, Pekín se ha comprometido también a que sea el mercado el que determine el valor de su divisa, sin plazo predeterminado, a evitar la «devaluación competitiva», pero ha evitado que el documento obligue al país asiático a renunciar a lo que ya practica, una «infravaloración competitiva», es decir, evitar que el yuan se encarezca.
El término de guerra de divisas fue acuñado por el ministro de Finanzas de Brasil, Guido Mantega, en referencia a la supuesta devaluación del yuan chino y al contagio que provocó en otras naciones emergentes.
Exageración
«Mantega exageró», señaló ayer John Kirton, codirector del Grupo de Investigación del G-20 de la Universidad de Toronto. «La guerra de divisas nunca existió, ni siquiera había una crisis, sino el problema subyacente de los desequilibrios por cuenta corriente. Ahora tenemos un par de años para solucionarlo». Lo que se ha logrado en Seúl, según el economista, es crear un grupo de trabajo con un calendario dirigido por Canadá para solucionar el problema y con el que se espera que los líderes aporten en menos de medio año herramientas para solventarlo mediante una serie de indicadores y luego unas medidas de control.
En este contexto, «China ha sido lo suficientemente inteligente como para reconocer que hay un problema global con los desequilibrios por cuenta corriente, no solo porque la gente está preocupada por sus exportaciones acabando con sus puestos de trabajo, sino porque Estados Unidos no está absorbiendo sus masivas exportaciones».