Alemania templa las exigencias salariales a sus socios europeos

Iñaki castro BRUSELAS / COLPISA

ECONOMÍA

Dice que su controvertido Plan de Competitividad no tiene «líneas rojas»

14 feb 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Alemania apuesta por una nueva táctica para consensuar con sus socios el controvertido Pacto de Competitividad. Tras escenificar junto a Francia en la última cumbre su firme apuesta por más ajustes para revitalizar las economías de la eurozona, Berlín ha rebajado la temperatura del debate con una posición mucho más flexible. El Gobierno germano asegura ahora que su propuesta, en la que figura desligar los incrementos salariales de las subidas del IPC, ni contiene «líneas rojas» ni está concebida como un «todo o nada».

Consciente de que el Pacto de Competitividad escocería a buena parte de los Veintisiete, Angela Merkel optó por aliarse con Nicolas Sarkozy para presentar la iniciativa a sus socios en la cita comunitaria de hace diez días. Los dos mandatarios comparecieron juntos antes de reunirse con el resto de los jefes de Gobierno para subrayar que «el mundo debe entender que la economía europea está en un proceso de convergencia». La propuesta, según agregaron, también persigue restablecer la confianza el euro.

A puerta cerrada, sin embargo, empezaron a aparecer los problemas. Aunque el eje franco-alemán no presentó una propuesta concreta, varios países -el Wall Street Journal sostiene que hasta veinte de los Veintisiete- expresaron su malestar con las medidas. Bélgica, Luxemburgo y Austria coincidieron al criticar la idea de eliminar las cláusulas salariales que incrementan anualmente los sueldos de acuerdo al ascenso del IPC. España, que utiliza está fórmula de manera generalizada, recordó que las revisiones salariales quedan en manos de patronal y sindicatos.

Impuesto de sociedades

La segunda medida que más ampollas levantó fue la armonización de los impuestos de sociedades. La postura alemana no está todavía clara en este punto, pero va más encaminada a unificar la base de cálculo del gravamen que a igualar el tipo. Irlanda, que con un 12,5% cuenta con el impuesto más bajo de la UE, ha cargado durante la semana contra los planes germanos porque teme que finalmente le obliguen a revisar su modelo impositivo.

Polonia fue el último país en unirse a las críticas. Varsovia, uno de los próximos candidatos a integrarse en el euro, subrayó que el Plan de Competitividad puede generar «una Europa a dos velocidades». El primer ministro polaco, Donald Tusk, lamentó que la iniciativa se centrara únicamente en los 17 países que comparten la moneda única. Alemania se ha apresurado a recordar estos días que su propuesta, según recogía el Financial Times, no es una «tienda cerrada», sino que el resto de los miembros de la Unión Europea son bienvenidos.

Por si fuera poco, el eje franco-alemán también ha herido sensibilidades en la propia estructura comunitaria. Tanto la Comisión como el Parlamento Europeo reclaman que el pacto se negocie a escala comunitaria y no entre los Gobiernos como se acordó en la última cumbre.