El BCE resucita la deuda mientras las bolsas se despeñan

Mercedes Mora REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Wall Street arrastra al resto del mundo en su bajada a los infiernos

09 ago 2011 . Actualizado a las 09:57 h.

Trichet hizo ayer lo que no quiso (o no le dejó Alemania) hacer el jueves de la semana pasada: echar mano de la cartera para expulsar del mercado a los especuladores y apagar un incendio, el de las primas de riesgo de España e Italia, que alcanzaba ya dimensiones gigantescas, amenazando con socavar sin remedio los cimientos del euro. Y, esta vez sí, logró lo que quería. Su actuación, comprando bonos italianos y españoles por valor de unos 2.000 millones de euros, según fuentes del mercado, fue un balón de oxígeno en toda regla. Tanto que el sobrecoste que tiene que pagar España para financiarse en comparación con la segura Alemania acabó por debajo de los 300 puntos básicos, 80 menos que el viernes. A la postre, la mejor sesión para la prima de riesgo de la era euro. También fue un buen día para Italia, donde el diferencial se estrechó hasta los 302 puntos.

Harina de otro costal resultaron las cosas en las bolsas. La conjura de los líderes mundiales para evitar que la decisión de Standard & Poor?s de despojar a Estados Unidos de su matrícula de honor en solvencia (la famosa triple A desembocara en otro lunes negro fracasó estrepitosamente.

El mazazo propiciado por S&P a la credibilidad de la primera economía del planeta no hizo sino aumentar la presión en un escenario marcado desde hace días por el pavor que provoca en las mesas de operaciones el fantasma de una nueva recesión.

La propia Standard & Poor?s se encargó de avivar el fuego que consumía el valor de las acciones en las bolsas de todo el mundo, insistiendo en que hay un 33 % de posibilidades de que tenga que sacar otra vez la tijera para rebajar la calificación estadounidense si el país no hace los deberes para reconducir su descomunal deuda. No fue la única: Moody?s, otra de las tres grandes del rating, también aportó su grano de arena al caos con su advertencia de que si la nación no adopta nuevas medidas en este capítulo, podría verse obligada a seguir los pasos de su competidora.

Visto lo visto, nada hacía presagiar un buen comienzo en Wall Street. Y los pronósticos se cumplieron. El mercado más influyente del mundo abrió sus puertas con una estrepitosa caída. Y ya no hubo remedio para las bolsas de este lado del Atlántico. De los efectos de la milagrosa intervención del BCE no quedó ni rastro. Los barrió de un plumazo el descalabro neoyorquino.

En el Viejo Continente, donde los parqués cerraron sus puertas antes de que el presidente Obama se dirigiera a la nación para tratar de apagar el fuego, los descalabros más sonados los protagonizaron Fráncfort (cedió un 5,02 %), París (4,68 %) y Londres (3,39 %)

Ni siquiera en España e Italia logró el gesto del BCE acallar los gritos del fantasma de la recesión. Tanto es así que el Ibex 35, que había comenzado la jornada a lomos de la euforia -llegó a ganar más de un 4 % de la mano de la resurrección de la prima de riesgo- cerró con un descenso del 2,44 %. Algo similar le ocurrió a Milán, que acabó retrocediendo un 2,35 %.