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Merkel y Sarkozy colocan a Berlusconi bajo la lupa del FMI

Fernando Iturribarría CANNES / COLPISA

ECONOMÍA

El Fondo Monetario y el UE supervisarán cada trimestre las cuentas italianas

05 nov 2011 . Actualizado a las 21:01 h.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea (UE) pusieron ayer bajo tutela a la economía italiana ante el riesgo de contagio en los mercados de la crisis griega a una potencia con repercusiones sistémicas. Aunque ambas instituciones aseguraron que actuaban a iniciativa de Silvio Berlusconi, fuentes francesas revelaron que Nicolas Sarkozy y Angela Merkel acorralaron al mandatario italiano con el concurso de Barack Obama en una reunión nocturna en la que le leyeron la cartilla exasperados por sus promesas incumplidas.

Auditores del FMI y de la UE emprenderán la próxima semana la supervisión trimestral de las cuentas públicas de Roma con un mecanismo que el presidente francés asimiló a la «monitorización», término nada inocente que remite a la situación de los enfermos en cuidados intensivos. El principio de actuación será la carta enviada la semana pasada por Berlusconi al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, y al presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, en la que enumeraba los ajustes previstos, entre ellos el retraso de la edad de jubilación o la reforma del mercado laboral.

La presentación del paquete de medidas en la cumbre del G-20 desagradó sobremanera a Merkel y Sarkozy, que no percibieron ninguna disposición concreta para garantizar el prometido saneamiento presupuestario en el horizonte del 2013. Según testigos de la minicumbre, Sarkozy llegó a poner en tela de juicio la credibilidad política del italiano en una discusión «directa y franca», vocablos diplomáticos para definir las broncas acaloradas.

Falta de credibilidad

La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, no se anduvo ayer con tapujos al declarar que el problema de Italia es la «falta de credibilidad».

Tras la cena de trabajo del jueves, volvió a improvisarse otra cita urgente de las potencias del euro para presionar a Berlusconi a aceptar la intervención internacional. Esta vez la repentina convocatoria presentó la novedad de la presencia del presidente estadounidense, Barack Obama, principal proveedor del FMI, en una inédita injerencia de Washington en una crisis que los europeos habían tenido a gala hasta ahora de gestionar entre ellos. También estuvieron José Luis Rodríguez Zapatero, Barroso, Van Rompuy y Lagarde.

Deseo inconfesable

Los dirigentes europeos abrigan el deseo inconfesable de que Berlusconi abandone el poder a imagen de lo que Le Monde llama el «suicidio electoral» de Zapatero. Sarkozy es consciente de que si Italia cae, Francia quedará en el punto de mira de los especuladores. Pero el eje París-Berlín, criticado por actuar como un directorio brutal en la crisis griega, intenta transmitir la imagen de actuar con respeto a la voluntad popular.

Por su parte, Berlusconi aseguró haber rechazado una oferta de ayuda financiera del FMI a su país. La idea de otorgar una línea de crédito a Roma había sido defendida por Berlín, inclinado a una intervención caliente y no solo fría. «No necesitamos esa ayuda», dijo. Después añadiría: «Los italianos están bien. Los restaurantes están llenos, es difícil conseguir un sitio en los aviones y los hoteles están completos durante los días festivos».