Dice el refrán que «la burra vuelve al trigo», que por muchas veces que la echemos del sembrado siempre regresará porque sabe que allí hay comida. Es lo que está pasando con los países de la periferia europea. A poco que el contexto internacional se complica, la presión bajista se acentúa sobre ellos porque son los que más desajuste fiscal acumulan y los más retrasados en el proceso de recuperación económica.
Existe la creencia general de que los ganadores de esta crisis serán los países emergentes y Estados Unidos, y que los perdedores serán los Estados del sur de Europa, por su rigidez y falta de dinamismo. Mientras no consigamos revertir este sentimiento, estos episodios de volatilidad seguirán repitiéndose.
Dos faros en este mar de dudas. Ayer conocimos datos sobre la productividad y las exportaciones españolas, que aumentaron un 11,1 % y un 9,5 %, respectivamente, desde el inicio de la crisis. Lo primero está relacionado con el aumento del paro, pero lo segundo muestra la vitalidad de las empresas españolas, que buscan compensar en el exterior el deprimido mercado interno. Desafortunadamente, tras estas luces hay todo un mar de sombras.
Así que de nada sirve negar la mayor ni poner puertas al campo, y las decenas de secuelas de Megaupload que llenan de nuevo la Red de enlaces dan fe de ello. Lo que sí se puede hacer es intentar convencer a la burra de que el trigo de nuestro sembrado es demasiado bueno incluso para un paladar tan exigente como el suyo. En eso estamos.