La economía italiana parece haber recuperado la calma tras la salida del Gobierno de Silvio Berlusconi y el acceso al poder del Ejecutivo de tecnócratas encabezado por Mario Monti. Es cierto que la tormenta aún no ha pasado del todo (el Tesoro de Roma sigue pagando intereses muy elevados para colocar sus bonos), pero al menos sí parece haber dejado atrás los momentos en que el colapso de las cuentas públicas de la cuarta economía de la UE y tercera de la eurozona parecía inminente.
El Gabinete de Monti ha puesto en marcha un duro plan de ajuste que, de momento, ha calmado a los mercados y a los socios europeos, que temían que la delicada situación de Italia arrastrara al pozo a todo el club comunitario. También a la sociedad italiana, que parece haber recuperado cierto sosiego del que se había visto privada durante los turbulentos y polémicos años de mandato de Berlusconi.
La economía está en recesión y recuperar su competitividad resultará muy complicado. Pero el desempleo se mantiene bajo la media europea, que el déficit está en niveles razonables y que, a pesar de que su tasa de endeudamiento público es la segunda más alta de Europa, solo por debajo de Grecia, será de los pocos países que la rebajará este año. Quizá por eso Monti se permite trasladar a España la condición de nuevo escenario de la crisis de deuda.
italia los primeros cinco meses de monti