Los reembolsos disminuyeron un 62% en diciembre y aumentaron un 83% en enero. Las empresas, principales víctimas del retraso. El subterfugio contable permitió rebajar el déficit en cinco décimas
17 mar 2013 . Actualizado a las 22:12 h.¿Cuánto dinero le reportó el IVA al erario público el pasado mes de enero? Exactamente, -332 millones de euros. ¿Y el impuesto de sociedades? Peor todavía: -1.134 millones de euros. No hay error en los guarismos: ambos llevan signo negativo. Significa que esas dos fuentes tributarias, las más caudalosas del sistema fiscal español junto con el impuesto sobre la renta (IRPF), no solo se secaron en enero, sino que los reembolsos de Hacienda a los contribuyentes superaron a los ingresos en 1.466 millones de euros.
Algo así no había ocurrido nunca en el caso del IVA y solo en contadas ocasiones -y siempre con cifras mucho más bajas- en el caso del impuesto de sociedades. Que Hacienda dé más de lo que recibe, como si se tratase de una oenegé, resulta francamente sorprendente. Sin embargo, nada hay de altruismo en su actuación. Solamente magia contable. Los datos tributarios desvelan el truco utilizado por el ministro Montoro para cuadrar las cifras del déficit público en el 2012: aplazar hasta enero las devoluciones que debían efectuarse en el último trimestre del año. Utilizó pólvora del rey. Infló los ingresos del pasado ejercicio mediante la artimaña de retrasar las devoluciones y, en consecuencia, transfirió una parte del déficit a este año. Y ya Dios proveerá.
FACTURAS EN LOS CAJONES
Asesores fiscales y numerosas empresas se quejaron, en el tramo final del 2012, del retraso en las devoluciones fiscales. Los últimos informes publicados por la Agencia Tributaria, relativos a los pasados meses de diciembre y enero, les dan implícitamente la razón. El Gobierno maquilló las cuentas al postergar los reembolsos hasta después de las uvas de fin de año. Utilizó la misma estrategia que tanto reprochó a sus predecesores: congeló los expedientes en los cajones.
¿De qué cifras estamos hablando? La mejor aproximación la ofrece la letra pequeña de la Agencia Tributaria. De haber seguido el ritmo «de una campaña tipo», Hacienda tendría que haber devuelto el año pasado, a mayores, 493 millones del impuesto sobre la renta, 2.151 millones del impuesto de sociedades y 2.341 millones del IVA. En total, aplazó para este año el abono de 4.985 millones de euros.
Los principales perjudicados por la demora han sido las empresas. Más del 90 % de los reembolsos aplazados corresponden a devoluciones del IVA o anticipos a cuenta. A cambio, el Gobierno sacó pecho al finalizar el ejercicio: en plena recesión económica, la recaudación había aumentado en 6.807 millones de euros, un 4,2 % en términos porcentuales, hasta superar los 168.566 millones. Olvidó mencionar que, de haber efectuado las devoluciones con la cadencia «de una campaña tipo», el incremento de los ingresos, pese a las drásticas subidas del IRPF, de los tipos del IVA y de los pagos fraccionados del impuesto de sociedades, se limitaría a un exiguo 1,1 %, 1.822 millones en cifras absolutas.
NAVIDAD Y CUESTA DE ENERO
Los gráficos d elaborados con datos de la Agencia Tributaria son demoledores. Reflejan la evolución de las devoluciones fiscales efectuadas en los meses de diciembre -cierre de ejercicio- y de enero -tiempo de reembolsar los pagos aplazados- en todos los años de este siglo.
El pasado diciembre se redujo la cuantía de las devoluciones un 62 % con respecto al mismo período del año anterior. Hacienda devolvió 3.171 millones menos. Vivió la Navidad a lo grande, con dinero de prestado. Pero después vino su peculiar cuesta de enero. Tuvo que abrir la caja y atender a los pagos aplazados: las devoluciones aumentaron un 83 % en el primer mes del año. Así se explican los ingresos negativos del IVA y del impuesto de sociedades en ese duro mes.
Esa tónica general se repite en cada uno de los tres grandes impuestos que prevén ingresos a cuenta. Las devoluciones por IVA, sociedades e IRPF menguaron en diciembre un 56,8 %, un 91,5 % y un 53,9 %, respectivamente. Pero se dispararon un mes después en porcentajes igualmente exagerados: 49,7 % (IVA), 111,7 % (sociedades) y 176,5 % (IRPF). La prestidigitación al descubierto.
Al sencillo truco contable algunos le llaman, directamente, mentira. El exministro socialista Valeriano Gómez, por ejemplo: «La mentira tiene las patas muy cortas y es muy fácil descubrir este tipo de engaños». Pero en esta materia hay bofetadas para todos, como la propinada por Ana Madrazo, portavoz del PP para temas de Hacienda, quien asegura que los socialistas «son auténticos maestros en ocultar déficit y esconder facturas en los cajones». Y tampoco le falta una pizca de razón, como prueban los datos de la Agencia Tributaria.
Volvamos a los gráficos y fijémonos en el ritmo de las devoluciones del impuesto de sociedades. Los empresarios tienen que presentar su declaración antes del 25 de julio y, a partir de esa fecha, Hacienda dispone de seis meses para proceder a las devoluciones pertinentes. El plazo expira, por tanto, el 25 de enero siguiente. Pues bien, hasta el 2010, como se aprecia en la gráfica, el grueso de las devoluciones se producía en diciembre. Pero en el 2011, con Elena Salgado al frente de Hacienda, las devoluciones en el último mes del año se redujeron drásticamente ?de 3.000 a 934 millones? y el Gobierno las aplazó hasta el ejercicio siguiente. El Gobierno del PP aprendió la lección e incluso la perfeccionó. Tanto que, salvo una modificación legal, ya todos los empresarios deben resignarse a percibir las devoluciones en la víspera de que se agote el plazo de seis meses; es decir, entre el 1 y el 25 enero.
De todos modos, nunca hasta el año pasado se habían inflado tan descaradamente los ingresos, mediante el truco elemental de diferir las devoluciones al ejercicio siguiente. ¿Y todo eso para qué? Sencillamente para vestir el santo del déficit público, aunque sea a costa de dejarlo sin hábito y sin sandalias el año siguiente.
EL DÉFICIT ENMASCARADO
La operación de cosmética sirvió para ocultar cinco décimas del déficit público registrado en el 2012. Sin contar las ayudas recibidas para sanear la banca, que a ojos de Bruselas no computan como déficit excesivo, las cifras oficiales cifran el desequilibrio de las cuentas públicas en el 6,74 % del PIB. El porcentaje, aunque no cumple estrictamente los deberes impuestos, ha sido presentado como un éxito por el presidente Rajoy y su ministro de Hacienda. «España», dijo Montoro días atrás, «ha hecho la reducción del déficit público estructural más importante de los países desarrollados». Sin embargo, de no haber pasado por la sala de maquillaje, el déficit del 2012 habría alcanzado el 7,2 % del PIB.
Todo el esfuerzo del ajuste realizado ha recaído sobre las comunidades autónomas. Incluso con trucos contables, el recorte del déficit de la Administración central fue inferior al logrado en el 2011. En el último año de Zapatero, el déficit del Estado y la Seguridad Social se redujo en siete décimas: del 5,9 % del PIB en el 2010 pasó al 5,2 % en el 2011. Y en el primer año de Rajoy la reducción fue de solo cuatro décimas: del 5,2 % al 4,8 %. Si suprimimos la varita mágica del señor Montoro y no se hubiesen aplazado las devoluciones de Hacienda, el supuesto éxito se desvanece: el déficit del Estado y la Seguridad Social aumentó el año pasado en una décima y alcanzó el 5,3 % del PIB.
Pan para hoy y hambre para mañana. Las cinco décimas arañadas al déficit del 2012 no desaparecen: simplemente se trasladan a este año y en este ejercicio habrá que combatirlas. Además, la máscara utilizada para disfrazar la cojera de las cuentas públicas tiene fecha de caducidad. Ya lo hemos visto en el caso del impuesto de sociedades. Cuando los aplazamientos de las devoluciones se generalicen, ¿con qué nuevo truco nos sorprenderá el ministro prestidigitador?