Los armadores gallegos tienen claro que las chinas que Rusia pone en el zapato de la pesca española tienen más de medidas proteccionistas que de preocupación real por las cuestiones sanitarias. «Es una lucha por el mercado y un posicionamiento político para defender sus productos», argumenta José Ramón Fuertes. Y así lo ha analizado su agrupación, que sostiene que, ante la crisis económica, muchos Estados han sucumbido a la tentación de levantar nuevas barreras para proteger sus mercados interiores y condicionar el libre comercio. Como quiera que no pueden hacerlo por la vía arancelaria, esos países buscan fórmulas alternativas, como puede ser la de extremar las exigencias sanitarias o de control, salpicando además los trámites burocráticos de tasas.
Las chinas de China
Rusia no es el único país que ha puesto trabas a España. China también ha recurrido a la táctica de meter guijarros en la horma de la pesca exigiendo la inclusión de las embarcaciones en una lista de empresas autorizadas que se les escapó en un primer momento.
Ahora bien, el gerente de la Cooperativa de Armadores de Vigo explica que, a diferencia de los rusos, en el caso de las autoridades chinas no han vetado las importaciones. El producto se continúa enviando, pero ahora se requiere a las embarcaciones que figuren en la lista de establecimientos autorizados, por lo que «se está intentando que se abra un período de nuevas altas para que puedan incorporarse» las que no lo hicieron en la primera remesa.