La conversión de Novacaixagalicia en NCG Banco, en septiembre del 2011, trajo consigo todo un cambio en el consejo de administración, adonde llegó José María Castellano, con las indemnizaciones millonarias de antiguos ejecutivos como herencia envenenada. Hoy el banco (que elude pronunciarse sobre el procedimiento judicial) está personado como acusación particular ante la Audiencia Nacional y ha puesto en marcha un plan de retribuciones que nada tiene que ver con el que había en las antiguas cajas.
De entrada, sus principales directivos (empezando por Castellano y por su consejero delegado, César González-Bueno) no tienen blindaje. Sus sueldos han quedado reducidos a 300.000 euros al año, límite impuesto por el Gobierno a las entidades nacionalizadas. Los salarios del resto de alta dirección también se han recortado. La media (incluyendo presidente y consejero delegado) es hoy de 241.000 euros; en el 2010 eran 380.000.