
La industria hizo sus propios controles para acceder a este mercado
30 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Desde abril, España no puede mandar ni carne, ni leche, ni pescado a las fronteras que han levantado en forma de unión aduanera Rusia, Bielorrusia y Kazajistán. Los eslavos pusieron como excusa que necesitaban garantías de que la mercancía con sello español cumplía con todos los requisitos higiénico-sanitarios exigibles. Así, sin pudor. Sin tener en cuenta que en esa materia la industria comunitaria está sometida a unos controles de lo más exigente, que ya quisieran que se le requirieran a productos de otros países que entran en el mercado comunitario.
Pero como no era cuestión de ponerse a discutir, la industria pesquera afectada, básicamente gallega, afrontó el trabajo de demostrar que cumplía los requisitos exigidos «a través de un autocontrol realizado por la organización de productores», explica José Ramón Fuertes, gerente de la Cooperativa de Armadores de Vigo. Han realizado análisis comunes a todas las aguas en las que pesca la flota, principalmente en el Atlántico Sur, en el entorno de las islas Malvinas, para medir la radiactividad del agua, la presencia de sustancias como el estroncio o el cadmio.
Y el proceso de certificación no atañe solo a las fábricas e industrias procesadoras. Arranca en el primer eslabón de la cadena, en el mismo barco, porque los rusos han requerido incluso un certificado en el que el capitán del barco pesquero avala que se están haciendo los controles de acuerdo con la legislación.
El trabajo está hecho, los resultados en manos de la Administración estatal y los armadores a la espera del resultado de las negociaciones para poder retomar los envíos interrumpidos durante ocho meses.
La resolución empieza a apremiar, porque en un par de meses empezarán a llegar los barcos con sus capturas de marujito (Patagonotothen ramsay), también denominado rock cod, y que es esa especie que la flota gallega se inventó de la nada -en el sentido de que antes se descartaba porque no tenía mercado- y que tiene en Rusia, Bielorrusia y Kazajistán su principal plaza. De hecho, desde que la barrera de la frontera está bajada, los armadores han detectado una caída del precio de este pescado del entorno del 15 y el 18 %. Y es que los gallegos colocan el marujito también en Ucrania y otros países del este o en Brasil, pero lo pagan peor.
Por eso los armadores piden celeridad a las Administraciones en resolver un problema que afecta a centenar y medio de establecimientos en Galicia. Y los lamentos no se oyen solo de este lado. También detrás de la unión aduanera eslava, los importadores están reclamando poder introducir un marujito que le están reclamando sus clientes.