Cuando uno habla con gente de Barcelona, siempre termina saliendo el problema catalán. A Oliu, ¿le preocupa la pregunta sobre la independencia de Cataluña?
-¿Qué pregunta?
-La consulta de noviembre.
-La problemática.
-Si quiere la llamamos así?
-Me preocupa, pero menos de lo que pudiera parecer. Es un tema de debate político, y se tiene que encauzar mediante unos acuerdos. ¿Me preocupa la consulta? No mucho. Solo me preocupa que alguna vez alguien se pudiera marchar de la legalidad, y confío en que nadie lo haga.
-¿Qué le dicen los empresarios? En su propio consejo los hay muy beligerantes contra la consulta.
-Hay de todo.
-¿Usted se imagina una Cataluña separada de España?
-Yo no me la imagino, no.
-¿Usted se cree las señales de recuperación de la economía española?
-En verano ya dije de manera prudente que había una mejor percepción en el extranjero sobre España, y esa mejor percepción está consolidada con datos. Hay indicadores positivos: el consumo de energía, la matriculación de coches... Son índices que han sido negativos durante años, y ahora son positivos. Que España crece sobre una base baja, es verdad, pero es positivo. Y las previsiones son buenas. No será un año de grandes crecimientos ni euforias, pero sobre la base del mínimo vamos a crecer, poco, y generar empleo, poco. Y con más probabilidades de que mejore que de que empeore.
-¿Fuera detectan que España está empezando a repuntar?
-Cuando te vas fuera, a Londres, no sé, a quienes oyes decir las peores cosas sobre la economía española es a los españoles. Hay una especie de concepto autodestructivo. Y en cambio ves inversores extranjeros que vienen aquí porque creen que España va a salir adelante: el caso de Banesco, los inversores mexicanos en el Popular, los que han entrado en el Sabadell? Total, hay señales positivas, que no parece que vayan a cambiar. Y además la reestructuración bancaria ya se ha hecho.