Parece el mismo, pero no lo es. El cambio sufrido por el Banco Pastor desde que pasó a ser una parte importante del grupo Banco Popular ha sido radical. Ha sido uno de los protagonistas de la durísima reestructuración del sistema financiero, pero los ajustes los acometió rápido. Corrieron a cargo de José Manuel Hevia, el primer ejecutivo del Pastor. Su objetivo es crecer «sano», pese a que la cuota de mercado ya supera el 20 % y posiciona a la firma gallega como la de mayor peso en la matriz, por territorios (la cuota de la entidad que preside Ángel Ron en el resto de las comunidades autónomas se sitúa entre el 6 y el 7 %). «Tenemos una capilaridad enorme, con 236 oficinas y 70 agencias financieras. No hay población de cierto relieve en la que no cuenten con nosotros», argumenta Hevia.
Familias y pymes configuran una gran parte de su cartera de clientes. Hay una fuerte sensibilidad hacia la empresa. De hecho, la entidad ha constituido un equipo de trabajo de cien personas para atender a esta parte del negocio, se ha creado un departamento para atender al sector agroalimentario, a través del que ya se han firmado acuerdos con empresas del sector del vino, del mejillón y de la leche, entre otros. Y, de las seis direcciones regionales, hay una dedicada exclusivamente a esta área de negocio, que ocupa a un 7 % de la plantilla del banco.
En total, el Banco Pastor tiene 900.000 clientes, de los que 53.000 son pymes y autónomos.
Hevia muestra un prudente optimismo en el momento de analizar el futuro económico. Habla de una asignatura pendiente, que es el paro, que puede aliviarse si al sector naval comienzan a llegar pedidos.
Al ser preguntado por la operación de Banesco sobre NCG, el director general del Pastor no duda en «darle la bienvenida» y advertirle que «vamos a competir». Se muestra seguro de que «cuando ordenen su casa, será en beneficio de todos porque el sector empresarial saldrá favorecido».