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España: cinco reformas laborales desde 1984 y un paro del 26,03%

Mario Beramendi Álvarez
mario beramendi SANTIAGO / LA VOZ

ECONOMÍA

Mientras la UE apremia para otra vuelta de tuerca, el país sigue con sus problemas estructurales intactos después de 86 cambios normativos

16 feb 2014 . Actualizado a las 12:57 h.

España acumula cinco grandes reformas laborales en los últimos 30 años. Desde entonces se han impulsado hasta 86 cambios en la normativa. Y después de todo, seguimos a vueltas con la necesidad de más modificaciones. Bruselas pide una nueva vuelta de tuerca en aras de una mayor flexibilidad cuando el país, dos años después de la controvertida reforma laboral, arrastra una tasa de paro del 26,03%. He aquí las principales cuestiones.

¿Cuáles son las reformas más relevantes?

La primera, y una de las más importantes, fue la de Felipe González, en 1984. La decisión fundamental fue liberalizar completamente el contrato temporal. Y dio pie a un mercado de trabajo dual, capaz de crear un volumen alto de empleos precarios en tiempos de bonanza y de destruirlos en contextos de crisis. En 1994, también con el PSOE, se reformó el Estatuto de los Trabajadores para atajar la eventualidad y restringir el contrato temporal a parados de larga duración, mayores de 45 años. Con Aznar, en 1997, se impulsa un modelo de contrato indefinido para menores de 30 años y mayores de 45 y, sobre todo, se abre la puerta a un modelo de subvenciones a empresas para la contratación. Luego vinieron la reforma de Zapatero, en el 2006; y la de Rajoy, en el 2012, que es, con mucha diferencia, la más involutiva desde el punto de vista de los derechos laborales.

¿Qué balance tenemos tras tanta modificación?

Los profesores Ignacio Conde, Florentino Felgueroso y José Ignacio García, hace ya cuatro años, publicaron un informe en la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) que llevaba este título: Las reformas laborales en España, un modelo agotado. En relación a los cambios normativos emprendidos antes de la crisis, encaminados a reducir la precariedad laboral, los expertos se muestran rotundos. «Las reformas llevadas a cabo han tenido escaso impacto sobre la permanencia en la empresa de los trabajadores contratados por ayudas: los empresarios despiden a un alto porcentaje de empleados una vez acabado el período de bonificación».

¿Dónde está entonces el foco del problema?

Si se han ensayado tantas fórmulas fallidas y, dos años después de la reforma laboral de Rajoy, se concluye que en España se han destruido 1,3 millones de empleos netos, no parece que el problema central sea que se necesita una mayor flexibilidad y más reformas. David Rueda, profesor en Oxford, pone el foco en la dualidad del mercado laboral español, mucho más pronunciada que en otros países. Esto significa que hay una enorme línea que divide a indefinidos y precarios. ¿Y a qué obedece? Según él, a unos niveles «muy bajos de políticas activas del mercado de trabajo» y, sobre todo, a la idiosincrasia de lo que se produce en España. «El sistema productivo español era altamente dependiente antes de la crisis de los sectores inmobiliario y turístico y de la existencia de trabajo flexible pero de poca formación. La solución a la crisis, por tanto, requiere un drástico cambio del modelo productivo que potencie la productividad a través de un patrón de crecimiento basado en educación e I+D+i», precisa Rueda.

¿Hacia dónde nos dirigimos ahora?

Más allá del debate sobre si la reforma laboral de Rajoy ha evitado o no una mayor destrucción de empleo, una disquisición que entraría en el terreno de la ficción, lo cierto es que desde el 2012 el mercado laboral ha sufrido una vertiginosa devaluación interna y, sobre todo, una precarización. Todo el empleo destruido se concentra en las jornadas a tiempo completo y el nuevo que se genera son ocupados a tiempo parcial. Es decir, que España estaría corrigiendo la temida dualización de su mercado, pero en el sentido contrario al aconsejable. Cada vez hay más gente que va camino de engrosar el pelotón de los eventuales y con peores condiciones de trabajo. Los recortes en I+D y, sobre todo, en recursos públicos para políticas activas de empleo alejan a España del que debiera ser su principal objetivo: sentar, poco a poco, las bases para otro modelo productivo. Los sectores a los que se abraza el Gobierno para demostrar la recuperación son precisamente aquellos que están sujetos a una mayor estacionalidad y que se caracterizan por tener un valor añadido bruto por ocupado más bajo.

¿Cuál es el riesgo?

Es tal el volumen de desempleo actual y el tiempo que llevan parados muchos, que la desprotección social y el riesgo de pobreza constituyen hoy un problema social de primer orden. A ello se suma que la brutal devaluación interna de la fuerza de trabajo, factor que se esgrime como elemento de competitividad exterior de España, amenaza con retrasar la recuperación por el desplome del consumo.