De las tiendas de compra de oro al pitillo electrónico

maría cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

SANDRA ALONSO

Negocios de un mismo sector abren por toda Galicia para responder a la demanda del momento o a una moda

23 feb 2014 . Actualizado a las 21:08 h.

Son las últimas en desembarcar, pero en Galicia ya se han ido multiplicando por barrios o centros comerciales. Los locales de cigarrillos electrónicos viven ahora un bum igual al que han experimentado otros negocios como las tiendas de yogur helado o incluso antes los locales dedicados a la compra de oro y joyas. Pero la lista es mucho más amplia. Los ejemplos que se han ido dando a lo largo de los últimos veinte años son muchos. Videoclubes, tiendas de revelado, cibercafés, locales dedicados a los cartuchos de tinta para impresora, tiendas de arreglos, de fundas de móvil, de productos usados, pastelerías de cup-cakes o tartas decoradas, tiendas que explotan el concepto «hecho por uno mismo», ecológicas, de productos para hacer cocina creativa, estudios de estética especializados en depilar con láser...

Y con la misma rapidez con la que nacen, muchas de ellas desaparecen absorbidas por desarrollos tecnológicos, por un cambio en los gustos de los consumidores o por los caprichos del mercado. «Hay segmentos que viven bums durante unos años porque se ponen de moda y se aceleran, pero llega un momento en el que el mercado llega a su madurez y se ralentiza el crecimiento», explica Adrián Soler, consultor de FDS.

«La tasa de mortalidad de cualquier idea que se inicia es alta y normalmente de cada diez tiendas que abren pueden sobrevivir una o dos al cabo de uno o dos años», explica Gonzalo Sánchez, uno de los socios de Samper Asesores. Además, Soler da otro porcentaje: «Ningún negocio está exento de cierres. Uno independiente tiene una tasa de mortalidad del 80 % al cabo de un lustro. En el caso de las franquicias es mucho menor el porcentaje, entre el 5 y el 30 %, pero depende del tipo de sector o de cómo lo lleve el encargado de la tienda».

Autónomo como salida

La apertura en masa de determinados tipos de locales en los últimos años también responde, explica Gonzalo Sánchez, «al fuerte impulso que se ha dado al emprendimiento». Por ello, añade, «muchas personas que se han quedado en el paro han optado por capitalizar la ayuda y montar un negocio». Entre enero y octubre del pasado año -el último dato disponible en el Boletín de Estudios Laborales del Ministerio de Empleo- en España un total de 842.805 beneficiarios de esas prestaciones pidieron un pago único. «Normalmente -añade Sánchez- el perfil suele ser el de una persona de entre 40 y 55 años a la que resulta complicado hallar un empleo. Por eso, opta por abrir un negocio y, a veces, apurados por esa circunstancia, no eligen bien».

En este sentido, el presidente de la Federación Galega de Comercio, José María Seijas, asegura que «inaugurar un negocio se ha puesto un poco de moda como salida al desempleo».

La franquicia como opción

Mientras hace años montar un bar era la alternativa principal, ahora la franquicia es el abrevadero en el que beben muchos de estos nuevos empresarios. «Ven un producto que está de moda e invierten ahí porque una franquicia es un negocio en el que no hay que tener experiencia. Los promotores prestan un know how, montan la tienda y dan al franquiciado formación sobre el producto», apunta también Gonzalo Sánchez. Pero antes de lanzarse, añade, hay que analizar muy bien el mercado. Lo advierte también Seijas: «Hay que pensar en el producto, la ubicación, el público al que te diriges, la competencia. En caso de una franquicia, la rentabilidad llega al cabo de un año o treinta meses».

Un producto de moda puede ser una buena alternativa, pero hay que tener conocimiento de lo que se tiene entre manos. Es lo que defiende Michel López, uno de los socios de La Vaporosa, una tienda de cigarrillos electrónicos abierta en Santiago el pasado mes de septiembre y que no pertenece a ninguna franquicia. Pese a lo que digan, augura muchos años a este negocio porque, dice, «el futuro es la electrónica». El problema, añade, es que muchos de los que han abierto una tienda de este tipo no han tenido la formación precisa y no saben cómo es el negocio o no han fumado nunca. Entonces, dice, dicha tienda desaparecerá porque hay que ser un buen comercial, conocer el producto y tener experiencia.

Moverse continuamente, ver nuevos productos para renovar el stock y conocer bien el mercado es la clave que da Bruno Espiñeira, socio de Mimomimóvil, una cadena especializada en complementos para el teléfono. «Hace quince años abrimos el primer local y aunque ahora es cuando tenemos mayor competencia, el año pasado hemos creado nuevos puestos de trabajo», dice. Dar trabajo es también la idea que mueve en Vigo a Ariana Villar, propietaria de las tiendas Chloe Kitchen Shop: «Vivo de otra empresa, pero esto es una forma de mover el dinero y crear empleo».