Mientras una galopante corrupción institucional y una una tasa de desempleo insólita en un Estado desarrollado lastran la imagen internacional del país, compañías del ámbito de la energía, la obra civil o las infraestructuras lideran proyectos punteros a lo largo de todo el planeta
27 mar 2014 . Actualizado a las 12:27 h.No anda la imagen internacional de España para grandes alegrías. El New York Times acaba de hacer una enmienda a la totalidad a los horarios de vida como causa de una deficiente productividad. Y poco antes había sacado a los ciudadanos hurgando en los contenedores de la basura. Luego vino el inesperado despertar del sueño olímpico. Pero nada lastra más la percepción que se tiene fuera del país que la lacra generalizada de la corrupción, salpicando incluso a la Monarquía, y una tasa de paro del 26 %, impropia de un país desarrollado. El conflicto desatado por el sobrecoste de las obras de ampliación del Canal de Panamá, con Sacyr en primer plano, volvió a proyectar las peores sombras. En paralelo a todo esto, quizás más solapada, hay otra realidad que impulsa a un conjunto de empresas multinacionales que ganan cada vez más terreno fuera. Y que, más allá de la previsible politización del poder de turno, lideran proyectos punteros a lo largo y ancho del mundo.
A ello ha contribuido, sin duda, la crisis interna, que ha desplomado la demanda de consumo y ha hecho descender la promoción de obra civil hasta límites inimaginables, entre otras muchas cosas. Pero como recuerda el profesor y economista Albino Prada, en todo esto hay un elemento insoslayable de riesgo. «Eu creo que en moitos destes casos non estamos a falar dunha opción voluntaria e previsible senón a un movemento obrigado polo mercado interno: por iso máis dun analista opina que son movementos que entrañan altos riscos, ao entrar en mercados institucionalmente moi volátiles, como ocurre en Arxentina ou Bolivia, e en operacións en divisas estranxeiras que tamén o son», argumenta el profesor de la Universidade de Vigo.
Dicho en otras palabras, cuando otros potentes competidores internacionales dejan entrar a las compañías españolas es porque el riesgo es muy alto.
Pero hay otras lecturas que están detrás de la expansión de la empresa española por el mundo. El caso más paradigmático del desequilibrio que existe entre lo que pasa en España y fuera es quizás FCC. La compañía de Esther Koplowitz, donde acaba de invertir el magnate Bill Gates, llegó a un acuerdo el pasado mes de diciembre para su segundo Expediente de Regulación de Empleo (ERE). Y mientras aligera costes de personal en su país de origen trabaja en el metro de Riad, en Arabia Saudí, que mueve un presupuesto de 16.000 millones de euros. Se trata del mayor contrato internacional logrado por una constructora española en toda su historia. Junto a FCC, participan en el consorcio los coreanos de Samsung, los franceses de Alstom, los holandeses de Strukton, Freyssinet Saudi Arabia y las ingenierías española Typsa y francesa Setec.
Energía e infraestructuras
El ámbito de las energías renovables es uno de los que muestra una clara posición de liderazgo de las empresas españolas en el mundo. Y aquí sobresale un nombre, Iberdrola. Su consejero delegado, Ignacio Sánchez Galán, atribuyó hace poco a la reforma energética del Gobierno las desinversiones en España, pero hace tiempo que la multinacional nacida en el País Vasco tiene su gran nicho de negocio fuera. Sirva un dato como ejemplo: es el segundo productor de energía eólica de Estados Unidos. En el negocio del viento sobresalen también otras dos empresas españolas, como son Acciona o Gamesa. Y en la energía solar brilla con nombre propio Abengoa: tiene en Arizona, Estados Unidos, la mayor planta termoeléctrica del mundo, una infraestructura capaz de evitar la emisión a la atmósfera de más de 475.000 toneladas de dióxido de carbono al año. En la electricidad, Endesa es el principal operador de Perú, Colombia, Chile y Argentina, y una de las mayores compañías del sector en Brasil.
Junto a la energía, las infraestructuras son otro sector donde España ocupa el podio. Las tres primeras empresas del mundo en gestión de infraestructuras de transporte por número de concesiones de carreteras, ferrocarriles, aeropuertos o puertos en construcción son españolas. Se trata de ACS, FCC y Abertis.
En el caso de la compañía presidida por Florentino Pérez, el 2013 ha sido de enorme expansión exterior: la construcción del metro ligero de Otawa, un desarrollo ferroviario en Hong Kong, la ampliación y mejora de la autopista entre Amsterdam y su aeropuerto o la ampliación de las obras del aeródromo de Los Ángeles son algunas de las adjudicaciones logradas. En el ámbito de las infraestructuras destaca también Ferrovial, que construye una nueva terminal en Heathrow, un aeropuerto que gestiona y que es el de mayor tráfico de Europa, con casi 70 millones de pasajeros al año. En este ámbito habría que añadir otra empresa, Indra: su tecnología gestiona el 100 % del espacio aéreo de Alemania y el 60 % del chino.
La obra civil
A lo largo de los últimos meses, algunas obras internacionales impulsadas o participadas por empresas españolas han copado la actualidad. Particularmente polémicos han sido los trabajos de ampliación del canal de Panamá: después de un tenso tira y afloja sobre los sobrecostes, Sacyr ha logrado un acuerdo con el gestor panameño, pero tras obtener el aval del Estado español para lograr un crédito que le permita tener liquidez.
Esta es quizás la obra que más ha puesto en riesgo el prestigio internacional de las ingenierías españolas, máxime después de que antes de que se le adjudicaran los trabajos algunas empresas concursantes habían alertado de los bajos precios con los que concurría la empresa española. Pero la actualidad de la obra civil ha estado marcada en las últimas semanas por la foto de Ana Pastor y Juan Miguel Villar Mir en Arabia Saudí, donde la empresa OHL participa en el consorcio para construir la alta velocidad de la Meca a Medina, un proyecto valorado en 7.000 millones de euros. En el consorcio hispano saudí, además de OHL, participan otras once firmas españolas, entre ellas una gallega, Copasa.
Finanzas: BBVA y Santander
Junto al sector de la energía y de las infraestructuras, los servicios financieros alumbran a dos ejemplos paradigmáticos de como el negocio exterior y la expansión internacional sirven para contrarrestar las miserias internas desatadas por la crisis. Dos de las principales entidades bancarias del mundo son españolas: el Santander y el BBVA.
Los números de la marca presidida por Emilio Botín son abrumadores: se trata del mayor banco de la zona euro por capitalización bursátil, atiende a más de 100 millones de clientes y cuenta con 14.000 oficinas, la red más amplia de todo el mundo. Mientras el sector español ha sido sometido a una profunda reconversión, el banco de Botín es hoy el tercero del Reino Unido por depósitos y el segundo por hipotecas. También tiene una importante presencia en Latinoamérica, con una fuerte presencia en Argentina, Chile, Brasil y México.
Otro banco español, el BBVA, tiene un balance que evidencia que su gran negocio está fuera. Presente ya en 31 países, el grueso de su actividad se rentabiliza en el exterior. Hasta un 71 % de su margen bruto proviene del mercado internacional, según los últimos datos.
La entidad pilotada por un gallego, Francisco González, ya es la mayor institución financiera en México, con franquicias líderes en América del Sur y una presencia relevante en China y en Turquía.
Política y marca
Mientras la crisis golpea con dureza en el interior de España, el poder político ha abrazado el buen hacer de estas compañías, muchas de larga tradición, para crear marca. Pero este prestigio nada tiene que ver con la acción política. Pese a ello, el Consejo Empresarial para la Competividad (CEC), un lobby que agrupa a las principales multinacionales empresariales y financieras, hace trabajo en favor del Gobierno de Rajoy y en un turno por la geografía española han presentado un documento que canta las excelencias de la economía española. Y lo que es más importante, impulsa la idea de que se ha dejado la crisis y se ha iniciado el crecimiento. Aquí ha jugado un papel destacado César Alierta, presidente de Telefónica. En el sector de las telecomunicaciones, se trata de la primera compañía europea por volumen de ingresos y la sexta mundial por capitalización de activos. Está presente en 24 países y cuenta con 316 millones de clientes. Telefónica tiene una fuerte presencia en Europa y Latinoamérica y participaciones en China Unicom y Telecom Italia. La compañía que preside Alierta presume ya de que más de la mitad de sus ingresos provienen de Latinoamérica, donde Brasil se configura como el motor.