Resurge el fantasma de la burbuja de las puntocom

César Rodríguez Pérez
César Rodríguez REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

En la primavera del 2000 se hundió un mercado construido sobre pelotazos y especulaciones. Los 13.800 millones de euros que pagó Facebook por Whatsapp amenazan otra posible fiebre del oro tecnológica

26 jul 2019 . Actualizado a las 15:22 h.

Segunda mitad de los años 90. El mundo occidental vive una fiebre del oro en torno a Internet. En su particular conquista del oeste, cualquier emprendedor con una supuesta buena idea era capaz de conseguir grandes cantidades de capital riesgo de inversores ávidos de colocar su dinero en el emergente mercado digital.

Los pelotazos se multiplicaban. Se especulaba por doquier. Índices bursátiles, como el Nasdaq (la bolsa de valores electrónica más grande de los Estados Unidos), se volvieron populares y se expandieron hasta el infinito y más allá. Las acciones de sociedades que no tenían ni tendrán plan de negocio o expectativas de ingresos se dispararon en el parqué.

La famosa burbuja puntocom engordó de forma obscena hasta que pinchó. El 10 marzo del 2000, el Nasdaq culminó su escalada alcanzando un pico de 5.048 puntos. Dos meses antes, Time Warner había comprado American On Line (AOL) por una cantidad de dinero estratosférico: 160.000 millones de euros. Y después aquel gigantesco castillo de naipes se desplomó. Llegó la ruina. Miles de millones de euros se evaporaron; centenares de empresas desaparecieron; compañías tan sólidas y relevantes como Intel o Cisco Systems se tambalearon; incluso Amazon se desplomó. En España los máximos exponentes del pinchazo fueron Terra, que irrumpió como un elefante en bolsa en 1999 y acabó diluida en Telefónica; y Patagon, un banco on line por el que pagó el Santander más de 500 millones de euros.

El estallido de la burbuja acabó provocando una recesión mundial. También la espantada de muchos inversores de las compañías emergentes del mundo digital durante varios años. La salida a bolsa de Google en el 2004 cambió la tendencia.

La reciente y multimillonaria compra de Whatsapp por Facebook (13.850 millones de euros) y el interés del capital por las tecnológicas han hecho saltar algunas alarmas.

No faltan voces en el mercado y en los medios que alertan sobre la formación de una nueva burbuja. ¿Hay motivos? Al menos hay datos llamativos que sirven para alimentar la preocupación: el Nasdaq volvió a marcar en enero niveles superiores a 4.000 puntos por primera vez desde el fatídico 2000; se prepara la salida al parqué de empresas como Airbnb, Spotify y Zalando; en el último año se han producido varias ventas millonarias (Viber, Waze o Tumblr) de firmas sin ingresos garantizados; y en el 2013, según PricewaterhouseCoopers, las compañías tecnológicas recibieron el mayor porcentaje de capital riesgo desde 1995.

Este último dato puede ser un argumento a favor o en contra del temor a una nueva burbuja. Conviene recordar que, según esas cifras de PWC, los fondos aportaron al sector 7.000 millones de dólares a lo largo el pasado año. Y que cerca del estallido de la burbuja esa cantidad fue mucho más elevada: llegó hasta los 41.000 millones. Entre las dos cifras aún hay una gran diferencia.