Francisco de la Torre, ex secretario general de la Organización de Inspectores, advierte de que no se pueden bajar impuestos actualmente
09 mar 2014 . Actualizado a las 07:00 h.Con una reforma fiscal inminente, el escándalo del caso Cemex en la Agencia Tributaria aún reciente en la memoria, y una más que evidente desafección ciudadana al pago de impuestos, tras continuos culebrones de evasión fiscal y cuentas en Suiza, Francisco de la Torre (Madrid, 1972), acaba de publicar ¿Hacienda somos todos? Impuestos y fraude en España (Debate, 2014). Un libro con el que pretende romper una lanza a favor del sistema tributario español, tras analizar las vías de agua -especialmente el fraude- que drenan sus recursos. El que fue secretario general y portavoz de la Organización Profesional de Inspectores de Hacienda del Estado (IHE) afirma, categórico, que hay mucho desconocimiento sobre fiscalidad y «que en materia de impuestos se proponen cosas que son pura fantasía». Sostiene, además, que, en la situación actual de las cuentas públicas, «no se puede hacer una reforma fiscal con una rebaja sustancial de impuestos».
-Dice que no se puede hablar «honestamente» de impuestos sin tener en cuenta la política. Explíquese.
-Los impuestos son una parte nuclear de la política. Los Parlamentos democráticos nacieron precisamente para establecer los impuestos. Hay que recordarle al ciudadano que hay muchísima política en las decisiones sobre quiénes deben pagarlos, cómo de altos deben ser, etcétera. Y que hay cosas imposibles. Últimamente hay mucho vendedor de unicornio suelto en el tema fiscal. Han aumentado con la crisis. Y también es una falacia que no exista más que una política económica. Hay alternativas.
-¿Igual que con la fiscalidad?
-Sí. Hay cosas que son imposibles, pero hay otras en las que siempre tienes margen.
-¿En cuáles? Porque tenemos un sistema tributario que ha colapsado con la crisis. ¿Qué hacer ahora?
-La recaudación se ha caído. Esto es un hecho, y muy grave. En parte ha sido por la contracción de la propia actividad económica y eso no es un tema fiscal. En segundo lugar, también por el cambio de modelo productivo. Hay dos razones fiscales para esa caída: que durante la década prodigiosa los tributos ligados a la actividad inmobiliaria recaudaban de forma exagerada y se dejó el resto del sistema tributario asilvestrado. Se abandonaron tanto la coherencia general del sistema como la lucha contra el fraude.
-Desde la IHE siempre han denunciado la falta de medios, pero hay quienes les acusan de falta de interés. ¿Qué opina?
-La respuesta está en las cifras. ¿Cuánto dinero se dedica a la lucha contra el fraude fiscal en otros países? En el 2011, los costes de la Administración fiscal en Francia fueron de 4.500 millones de euros; en Alemania, de 7.360; en Italia, de 2.744; en Holanda, que es más pequeña en población y PIB que España, 1.984, y aquí fueron 1.387 millones. Si nos gastamos menos de la cuarta parte que Alemania no podemos esperar un resultado mejor. Por cada empleado de la Administración tributaria, en Francia hay 1.946 ciudadanos, 740 en Alemania, 722 en Holanda y 1.958 en España.
-¿Entonces no hay diferencia en nuestra conciencia fiscal, solo que nos vigilan menos?
-Los medios de control son datos. En cuanto a la conciencia fiscal, la española cojea. Pero es cierto que el grado de control es menor. En Alemania es un escándalo que un ministro copie una tesis doctoral, de forma que los alemanes tienen una enorme conciencia de que el dinero que pagan en impuestos va a donde debe, y eso ayuda mucho a evitar el fraude. Por eso los alemanes consiguen mayor recaudación con tipos impositivos más reducidos. Aquí no. Por eso no se puede pretender tener la economía de Alemania con la conciencia fiscal de Tanzania. Y los continuos escándalos con dinero público o la amnistía fiscal no ayudan.