Novagalicia está inmersa aún en una ERE, el cuarto ERE desde el 2010, un expediente pensado inicialmente para un máximo de 1.850 empleados y que se ha reducido notablemente con la venta de Evo Banco y de 66 sucursales de fuera de Galicia.
Este ajuste se inició en el 2013 y está abierto hasta el 2016. Por ahora, solo se está aplicando de forma voluntaria para aquellos empleados que lo solicitan; hay prejubilaciones para mayores de 56 años y bonificaciones para los despidos pactados. A finales de abril estaban pendientes de salir 160 trabajadores, que se suman a varias decenas más que lo hicieron en meses precedentes.
Según los sindicatos, para llegar al máximo marcado en el ERE firmado quedarían aún unas 300 personas más por abandonar la entidad. Pero todo ello está pendiente de lo que digan en Bruselas al nuevo plan de negocio que han presentado los futuros dueños de Novagalicia, el grupo financiero Banesco, de origen venezolano. Se espera que en unas semanas se sepa si la UE acepta o no su proyecto, que incluye la posibilidad de abrir nuevas oficinas fuera del noroeste.
Reorganizado las dos sedes
Al margen del ERE, el banco está ahora reestructurando sus sedes centrales de Vigo y A Coruña, con el traslado de personal a las oficinas que se han quedado con menos personal tras los últimos ajustes.